Capítulo 7

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—Interesante

Aro, el que parece ser el rey de los vampiros, me mira con una sonrisa, separándose de Bella y extendiendo su mano hacia mí

Extendí mi mano con toda la seguridad que podía tener, aunque no dudo que se hayan percatado del pequeño temblor de mi cuerpo, pues estoy verdaderamente aterrada.

Podíamos morir en cualquier momento y a pesar de que sé que en algún momento llegará mi hora de partir de este mundo, me gustaría irme sin sentir ningún dolor.

Fueron tan solo unos segundos en los que Aro sostuvo mi mano, pues yo no tengo un escudo mental tan fuerte como el de Bella, cada una nació con un don, al menos es lo que leí en el diario de mi abuela.

—No pude ver absolutamente nada, en ninguna de las dos —sentí un alivio al saber que Aro no fue lo suficientemente fuerte para romper mi escudo—. Me pregunto si son resistentes a todos nuestros dones. ¿Jane, querida?

—¡No! —me sorprendí de sobremanera ante la voz de Edward y el cómo inmediatamente se hallaba frente a Bella y yo.

Todo pasaba tan rápido. El sonido de huesos crujir y un gruñido salió de Edward cuando cayó al suelo por lo que parecía sentir dolor.

—¡Basta! —gritó Bella.
Se trató de acercar, sin embargo, uno de los vampiros la detuvo.

Me sentía nerviosa y no tenía idea de qué hacer.

―¡Deténganse! ―volvió a gritar Bella. El escuchar esa palabra me hizo reaccionar. Estaban haciendo sufrir a Edward.

—¡Lo haremos, no tienen que lastimarlo! ―grité, esperando que se detuvieran. 

—Jane —la llamó Aro.

Edward se calmó en el momento que la niña Jane dejó de verlo y segundos después se levantó.

Miré a Bella y ella a mí. Si el don de la rubia funcionaba en nosotras, seguramente moriríamos al sentir lo mismo que Edward, pues él es un vampiro, tiene mayor fuerza, no como nosotras.

Jane nos miró a Bella y a mí. Sentí un pequeño dolor, como si una aguja se incrustrara en mi cabeza, sin embargo, no era suficiente fuerte como para quejarme o hacer una mueca.

—Es increíble —Aro juntó sus dos manos, su rostro mostraba una falsa emoción contenida.

Era bastante evidente que Aro se había molestado al darse cuenta que no habían funcionado sus dones sobre nosotras. Bueno, al menos en mí no por completo.

—¿Qué haremos con ustedes ahora?

—Sabes lo que tienes que hacer, Aro —Caius fue el que habló—. Saben demasiado, son un peligro.

—Cierto.

—No, yo... nosotras no diríamos... —Aro alzó su mano, haciendo que Bella dejar de hablar.

Inesperado «Edward Cullen »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora