Fetiches❤

Arterofilia #6

Arterofilia: Atracción por las venas y arterias marcadas de los brazos.

Avisos:

》 Sexo heterosexual.

》 Posible lenguaje soez y vulgar.

》 Descripciones precisas - en la medida de lo posible - sobre escenas +18.

》 Ficción.

》 Relación entre hermanastros.

》 Mención de infidelidades. 

》 Protagonistas completamente distintos a los anteriores.

》 Si no te gustan este tipo de relatos, simplemente salte de la historia. Intenten ahorrarse comentarios negativos o críticas, todas ellas serán ignoradas.

¡Disfruten!

《~♤~》

Antes de cumplir los doce años, siempre me había considerado una afortunada por la vida que tenía. La ciudad donde nací y donde se formaron mis más profundas raíces se encontraba rodeada de naturaleza, respirando el aire puro, contemplando miles y miles de árboles, arbustos y preciosos campos coloridos llenos de tulipanes amarillos, mientras los animalillos más domésticos correteaban conmigo por los caminos apedreados, jugando a una especie de pilla pilla que acababa conmigo sentada en alguna rota contemplando el atardecer y a mi querido perro, Rocky, tumbado sobre mi regazo.

El instituto en esta pequeña ciudad era bueno, divertido y sobre todo único, al no haber suficientes niños para intentar que otro le hiciese competencia. Todos nos conocíamos y ayudábamos, quedábamos los viernes para cenar en alguna plaza cutre y los domingos para ir a investigar el bosque, intentando descubrir sus secretos más ocultos, apreciando sus vivos colores, su aire puro y sobre todo, su tranquilidad.

Tranquilidad que se fue a la mierda cuando todas las infidelidades de mi madre salieron a la luz.

A partir de ese momento, creo que fui consciente de que todo no era tan bonito como yo pensaba y sobre todo, que había mucha más gente en esta pequeña ciudad de la que había pensado, pues resulta que no solo había mantenido relaciones íntimas con alguno de los padres de mis amigos más cercanos, sino que también con el señor que repartía el pan en las mañanas e incluso con el adorable vendedor de flores que tantas me había regalado, mostrándome su gran sonrisa. Claro, ahora entendía porque me había regalado tantas, básicamente se estaba follando a mi querida madre.

A partir de ese momento todo fue a peor, lo que conocía como mi vida se fue cayendo poco a poco, de pedazo en pedazo, escuchando todas las noche gritos y discusiones, cosas rompiéndose contra el suelo y portazos cada dos por tres. Hasta que, finalmente, después de un año largo e incómodo donde muchas veces no sabía ni como mirar a mi madre a la cara por todo lo que había hecho, decidieron que lo mejor era dar por finalizada su relación pues, eso de intentar volver confiar en el otro cuando te has tirado a media ciudad suponía que les había resultado bastante difícil y con razón.

Mi padre era un hombre de negocios, pasaba poco tiempo en la ciudad por los viajes de trabajo que hacía a sitios como Milán o Grecia y esa era la excusa que había puesto mi madre para intentar justificar todas y cada uno de las veces que se había dejado llevar en brazos de otro hombre. Pero, para mi padre, eso no servía como excusa y para mí, sinceramente, mucho menos. La imagen de mi madre, esa donde la veía como una mujer llena de amor por mi y por su familia, cuidadosa y sobre todo sincera, había desaparecido en el momento de saber que si que tenía mucho amor, pero no exclusivamente para los que éramos su familia.

En el juicio que se celebró durante el divorcio y donde se debatía quien se iba a quedar conmigo, quedó muy claro que por el nivel económico que mi padre presentaba, la custodia era para él aunque mi madre pudiese visitarme cuando quisiese y yo estuviese obligada a pasar los veranos con ella. Lo entendía, al fin y al cabo el único que trabajaba de los que estábamos en casa era él, mientras mi madre se dedicaba a cuidar de la casa y de mi, preparando la comida y haciendo las típicas tareas domésticas que necesitas realizar en un hogar si lo quieres mantener limpio, bonito y ordenado.