Capítulo 4

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Sigo sin creerme que tengo una cámara de casi tres mil dólares.

Y lo más surrealista, es que me la ha regalado un jugador de la NBA.

La verdad es que Derek se ha arriesgado bastante escribiéndome, podría vender su número a la prensa y podría dejar de trabajar en la cafetería con lo mucho que me pagarían los medios.

Pero no soy así.

Derek no me contestó al mensaje que le envié como respuesta, aunque tampoco esperaba que lo hiciera.

No espero volver a verle, ya me ha hecho un favor enorme y no me debe nada. Y es obvio que yo no le debo nada.

Después de la reunión que tuvimos Verónica y yo me dijo que tendría que intentar ver si podía hacer algo por él.

¿Pero qué se le da a alguien que ya lo tiene todo?

O podría tenerlo todo, porque lo que gana es un disparate.

Miro la hora en el reloj digital que tengo encima del escritorio y me levanto.

Llevo cuatro horas seguidas estudiando y esta tarde me toca turno en la cafetería.

Trabajo en una cafetería fuera del campo los martes y jueves a las siete de la tarde sirviendo cafés y tomando nota, cobrando lo mínimo por el tiempo que echo allí. Pero está bien para mantener mis compras aquí y no pedirles dinero a mis padres.

Me visto con la misma ropa de siempre.

Aunque es una cafetería normal nos hacen llevar un "uniforme". Una camiseta negra, unos vaqueros negros, zapatos negros y una coleta alta.

Odio como me quedan las coletas.

Siempre las he odiado, pero ya no puedo evitarlas. No sé si es porque se ve toda mi cara y no me gusta la forma o porque no puedo cubrir la cicatriz que recorre desde la punta de la mandíbula en el lado izquierdo hasta casi la clavícula.

Mientras me peino la miro y la toco.

Es una sensación rara conforme voy pasando el dedo.

Una superficie rugosa que automáticamente me teletransporta al momento en el que me la hice.

Lo veo todo con tanta claridad que me da hasta miedo.

Después de que las imágenes terminen veo mi reflejo temblar.

No tiene sentido, es un capítulo de mi vida cerrado y no lloro cada vez que lo recuerdo, pero siempre termino con una sensación de amargura en la boca y las manos temblando.

Estoy bien, está superado, pero no puedo evitarlo.

Ignoro el temblor y me echo agua en la cara para calmarme.

Después de que pasa me saco dos mechones de pelo para enmarcar mi cara y que no se vea tanto.

Con el pelo más o menos largo me queda bien la parte de detrás, y el pelo ondulado le da un toque tanto a los mechones como a la cola.

Me rizo las pestañas y me pongo cacao, no me maquillo para ir a trabajar, además de que como salgo de noche luego me da pereza desmaquillarme.

Me pongo una sudadera antes de salir para no tener frío al salir.

Salgo de mi habitación con una mochila pequeña colgada del hombro. Llevo las llaves, el móvil, una botella de agua y el monedero con la tarjeta del metro y la calderilla que queda de este mes.

Bajo por las escaleras pensando en que en tres días cobro y por fin podré recargar mi tarjeta del metro.

Estamos a finales de octubre y se empieza a notar el frío. La universidad empezó a principios de septiembre y no hacía mucho frío, pero ahora ya han bajado bastante las temperaturas.

Algo más que una conexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora