CAPITULO 20

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1 día después.

Busqué las llaves del departamento con desesperación. Mi mente no dejaba de producir ideas sin fundación, sin hechos, solo imaginaba más y más, mientras mi propia imaginación se hacía cargo de hacerme pedazos.

¿Dónde estás Camila? ¿Por qué no me has contestado las últimas llamadas que te he hecho? Mis dedos se enredan entre las llaves, haciéndolas caer al suelo.

- Mierda. - reniego en voz alta. Me agacho y las recojo con habilidad, buscando con la mirada la llave que pertenece a la puerta principal del departamento. La encuentro y la introduzco en la cerradura. Tienes que estar bien. Tienes que estarlo. ¿Por qué me haces estas cosas? Estos tres días en New York han sido una maldita tortura sin ti. Sin saber qué te pasaba, donde estabas, porqué demonios no me contestabas. Sin saber si estabas bien. Si por alguna razón... tal vez alguien te había hecho daño.

El pensamiento recorre mi cabeza, asustando mis pensamientos una vez más. Aprieto el puño libre al escuchar mis propias voces interiores. "Le ha pasado algo" "La han secuestrado de nuevo" "Se van a separar una vez más"... cierro los ojos con fuerza al recordar los días agobiantes que pasé sin ella hace ya varios meses atrás. El recuerdo me persigue y golpea fuerte contra mí. Mi miedo más grande. Perderte. Perderte para siempre.

Trago saliva y abro la puerta del departamento. Las luces están encendidas. Mis ojos se pierden entre la soledad de las habitaciones. La cocina y la sala completamente deshabitadas. ¿Dónde estás? Trato de buscarla con la mirada, pero no está ahí. En cambio, puedo percibir sonido desde nuestra habitación. Cargo mis maletas, dejadas en el vestíbulo, y las elevo para dejarlas ahora dentro del departamento.

Al cerrar la puerta, un silencio abunda mi mente y mi corazón, ayudándome de alguna manera a entenderlo todo. Pero no logro descifrar lo que está pasando. Sé que algo no anda bien, puedo percibirlo tanto como puedo saberlo. Frunzo el ceño y dejo las llaves sobre el diván y cuando estoy a punto de caminar a la habitación, ella me sorprende saliendo de ella.

Está pálida, tiene los ojos hinchados y cuando me mira traga saliva para apagar su dolor. No puede mirarme, está avergonzada, y puedo leerlo perfectamente bien en la luz apagada de su mirada. Abro más los ojos. Trae su chaqueta negra de cuero y unos jeans pegados al cuerpo. Mi corazón se estruja. Todos mis sentidos se ponen alerta y la furia acumulada, por no saber de ella en estos días, se me pasa. Ya no estoy molesta. Ni dudosa. Mi corazón se ha aliviado. Ella está bien. Puedo comprobarlo, pero hay algo que no me ha dicho y puedo notarlo perfectamente bien.

- ¿Qué te pasa nena? - le pregunto en susurros y muy desesperada al verla tan decaída. Mis pies empiezan a correr y de un momento a otro me encuentro frente a ella. Viéndola de cerca. Y siento una enorme necesidad en todo el cuerpo por besarla. Por demostrarle mi jodida preocupación a base de besos.

Pero mi corazón vuelve a su lugar cuando logro divisar a Travis tras ella, saliendo de nuestra habitación. Mis ojos se abren, alertas y trato de entender de alguna manera lo que está pasando.

Camila empieza a llorar, se tapa los ojos con las manos y yo retrocedo. Paso por paso, y empiezo a entender el porqué de su llanto. El porqué de su vergüenza ante mí. Por qué no me ha contestado las llamadas. Y todo queda muy claro.

Exacto y preciso. Concuerda y cabe en el rompecabezas. La pieza está ahí. Pero yo no quiero aceptar que lo está.

La desesperación se apodera de mí.

Esto no puede ser cierto...

- ¿Por qué no has contestado mis llamadas? - le pregunto a ella. Camila llora descontrolada mientras cubre sus ojos. No sabe que decirme y puedo escuchar sus sollozos, pero hay algo que me niega a ir por ella. Es la maldita ira que tengo acumulada. - contéstame. - digo fuertemente. Ignorando la presencia de Travis, que me mira con expresión dura.

- Ha sido mí culpa. - dice él, mirándome a los ojos. Nuestras miradas chocan. Nuestros sentimientos chocan. Frunzo el ceño y solo me dedico a mirar a Camila una vez más, que traga saliva y se arma de valor para enfrentarme de una vez por todas.

- Necesito hablar contigo, por favor. - ruega. Y es que acaba de verme. Acaba de ver mi expresión. Mis ojos. Mi mirada. Todo lo que puede describir como me siento ahora mismo. Me conoce tan bien que sabe que voy a salirme de control en cualquier momento.

- ¿Sobre qué? - ladeo la cabeza. Esta vez mis ojos se detienen en Travis. - ¿y por qué mierda no me has avisado que vendrías?

- Lauren, cálmate... por favor... - me pide Camila con la voz temblorosa. Pero no logro mirarla esta vez.

Y siento, después de tanto tiempo, los impulsos reprimidos en mis puños. Mis músculos tensos y alertas. Mis sentidos puestos. Mis malditas ganas de desahogarme se convierten una vez más en golpes que deseo dar. Mis ojos arden en ira. Puedo sentir la furia recorrer cada centímetro de mi cuerpo, bajar y subir como la espuma, tocándome, llegando a mi cerebro y cubriendo cada parte de mis pensamientos y mi autocontrol.

- Travis, déjame hablarle a solas por favor... - Y ella se voltea. Camila se voltea y le habla como si de un amigo lejano e íntimo se tratara. Sus pequeñas y suaves manos tocan el brazo desnudo de Travis y lo acarician con ternura. Ternura que puedo sentir a lo lejos. Travis asiente. Mirándola. Mirando su rostro con expresión necesitada. Sé lo que está deseando y no puedo evitar sentir los celos más grandes que nunca en mi vida he sentido. Mi chica... Mi chica le está tocando... le está tocando tiernamente. Y aunque deseo interiormente evadir este sentimiento, quiero llorar como una imbécil, porque de un momento a otro... puedo imaginarme el porqué de ese cariño que ella le está teniendo.

Trago saliva. Mis ojos arden y no puedo contenerme ni un segundo más. Y desde ese momento todo pasa tan rápido. Las imágenes pasan aceleradas por mis ojos debido a la adrenalina. Camila grita, y siento mis puños hundirse en el rostro de Travis. Hundiéndolos una y otra vez. Y otra. No puedo parar. Y estoy llorando. Llorando y gritando. Mi mente se ha aclarado y puedo comprender lo que ha pasado aquí. Han pasado estos tres días juntos. Solos. En nuestro jodido departamento ¡En nuestra maldita cama! Es por eso que ella está así, ardiendo en vergüenza. Cierro los ojos con fuerza y logro sentir como Travis intenta detener mis puños con la fuerza de sus manos, pero no lo logra, dándome ventaja, doy otro golpe más. Y otro y otro. Maldita sea. Soy yo de nuevo. Puede sentir el miedo de mis actos ante lo que estoy haciendo. Puedo sentir el miedo más grande que tengo envolverse entre mis puños. Y todo ha desaparecido. El mundo. Camila. Travis. Y solo he quedado yo, nublada y enloquecida, golpeando solo...

TENTATION 2 CAMREN G!PWhere stories live. Discover now