CAPÍTULO III

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Si el anterior auto lujoso de los Haitani le había sorprendido ir en este otro modelo era algo mucho más que sorprendente, de un reluciente blanco brillante, con sus líneas de luces rojas neón recorriendo el contorno de las puertas y el capó, vidrios blindados negros y las ruedas que mágicamente desaparecían al alcanzar vuelo en las calles flotantes. Era toda una fantasía futurista. Souya estaba como un niño en una juguetería, feliz de ver todo ese desarrollo automovilístico de punta, era una gran aventura y sin embargo, cuando llegaron a una parte donde entraron a una zona menos pudiente se percató que conocía esa zona con bastante seguridad, era una que solía frecuentar cada tanto.
Mientras que Rindou y Kokonoi conversaban sobre algunos asuntos pendientes de otras cosas delante de Souya como si fuera que nunca pondrían en peligro sus jugarretas y es que este estaba mas absorto observando las casas, las veredas, las personas, era algo a lo que él estaba acostumbrado y le empezaba a dar curiosidad de porqué estarían pasando por allí. Casualmente habían pasado por la plaza donde solían ir a pasar el rato junto a su amigo Inui, que sea de paso deseaba verlo, podría ir a visitarlo luego de todo este embrollo, pero de momento tenía otras cosas que hacer...
Pensativo en ello se quedó mirando curioso por la ventana, girando la cabeza al ver que estaban en el nombre de la calle donde estaba el taller de su amigo, tenía ganas de que ya que estaban por allí saludarlo, sin embargo, estaba consciente que no podría hacer eso, de por si ¿Por qué le dejarían bajar a saludar a una persona y volver a subir como si nada?, era algo decepcionante aunque en el fondo supiera que seria mejor no meterles en problemas, era lo último que querría hacerle a él y a Draken. Como él se ubicaba del lado izquierdo del auto giró su cabeza hacia la derecha, el taller de sus amigos se ubicaba de ese lado de la calle, al menos quería ver si ellos estaban trabajando; no obstante, cuando el auto comenzó a detener su marcha se percató del pequeño detalle que este se detenía frente al taller de motocicletas, ¿Había una posibilidad mínima que Inui y Draken...? No, seguramente el contacto de Kokonoi debería ser de las casas lindantes. Bajaron del vehículo con cuidado, el chico de cabellos blancos habló unas palabras que Souya no prestó atención y lo vio como comenzaba a caminar con un andar felino y fino hacia la entrada del taller, detrás iban ellos tanto Souya como Rindou, quién a simple vista se notaba algo asqueado del lugar donde habían ido a parar.

- Bienvenidos a S.S. Motors ¿En que... -paró de golpe el muchacho de cabellos rubios largos y de una característica cicatriz de quemado en la cara, se quedó mirando a todos por igual, entre abrió sus labios confundido y parpadeó varias veces intentando comprender las cosas pero no había nada, no entendía nada.
- Cierra la boca Inupi o te entrarán las moscas. - respondió sagaz Kokonoi para sonreír y caminar entre la chatarra e ir hasta el susodicho.
- ¿Qué sucede aquí?- Inquirió Souya mirando a su amigo quién estaba ahora visiblemente nervioso. Volteó a ver a Rindou y este también estaba curioso, pero entre nos, él era el que menos entendía todo lo que sucedía en este momento.

Un silencio incómodo se formó en torno a ellos, nadie decía nada, era como si tuvieran miedo de decir una idiotez en ese momento aunque quisieran decir muchas cosas a la vez. Finalmente, Inui guió con un movimiento de cabeza a los recién llegados hasta la parte trasera, donde al llegar la robot los recibió alegremente para ponerse a sus servicios, pues ese era su trabajo. Ahora Inui estaba detrás de su sofá maltrecho, Kokonoi apostado contra la pared cruzado de brazos, Souya y Rindou parados en la entrada de la pequeña sala de estar, era todo tan raro incluso para Rindou quién estaba acostumbrado a los trabajos sucios de este tipo.

- ¡Buenas tardes señor Souya! ¿Te ofrezco agua? - preguntó la robot inclinando la cabeza con una sonrisa amable.
- ¿Souya? - preguntó Rindou para mirar al chico, este ahora estaba muy sonrojado.
- Akane, ve a cerrar la cortina del taller, controla las cámaras de seguridad y avisa a Draken que estaré cansado. - ordenó rápidamente para avanzar hasta el pasillo donde estaban las habitaciones y el baño.
- Como usted diga, Seishu. - velozmente la chica desapareció de la vista de todos para hacer todo lo que se le había ordenado.

De fondo ahora se escuchaba la cortina del local cerrarse cual fuera una carnicería cortando carne, Inui no quería nada de esto, sin embargo, se había visto atrapado en un problemón y ahora le había enviado un mensaje encriptado a Draken quién había salido por mercadería nueva.

- ¿Podemos dejar de jugar a hacernos los misteriosos? El tiempo es dinero. - comentó Kokonoi para sonreír y dejar de estar apoyado en la pared para caminar hacia Inui. - ¿Tienes modelos de robots compatibles con el InDraM de ese tipo? - preguntó mientras señalaba a Souya que había vuelto a tierra luego de eso.
- Tengo nombre.
- Si como sea, Inupi, ¿Lo tienes? - volvió a inquirir, en el fondo estaba que se moría de risa porque al parecer su amiguito conocía al chico víctima de Rindou, era simplemente gracioso.

Inui o "Inupi" se tomó su tiempo para responder, alternaba la mirada entre Kokonoi y Souya, no sabía como actuar, era un ratón acorralado contra la pared por varios gatos a la vez, debía ser sincero, sobre todo con su amigo.

- Souya, la tienda de taller de motos no renta, es una porquería, cada vez es peor. -hizo una pausa para apretar algo en la pared y rápidamente la habitación que era suya cambió, toda la estructura se movió y en cambio ahora había una puerta maltrecha de fierro y metal, oxidada la cual abrió para invitar a todos a pasar. - Por eso Draken y yo nos dedicamos a arreglar modelos de robots desde los descontinuados hasta los mas actuales pero no con las mejores intenciones que te puedas imaginar.

Souya no entendía nada de nada, ahora mismo estaba metido dentro de una caja de metal, apretadísimo junto a los otros tres hombres, su mente era un revoltijo de cosas y mas aun cuando el viaje acabó y delante suya, al abrirse la puerta observó todo lo que era una habitación perfectamente amueblada para reparación de robots, modelos a la izquierda, a la derecha, al frente, por encima; a medida que pasaba por entre medio de ellos se daba cuenta de lo que quería decir Inui, todos esos modelos eran seguramente usados para propósitos malos, para los delincuentes, para organizaciones criminales, para Bonten.

Bonten CyberpunkWhere stories live. Discover now