Capítulo 52

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Lucien

Arien no haría preguntas. Un acuerdo tácito, algo que respetaba.

Llamé a la puerta de Elain. Escuché pasos en el interior y después la puerta de abrió mostrándome el hermoso rostro de la hermana de Feyre. Ella me miró parado al otro lado del umbral durante largos segundos en los que creía que me daría con la puerta en las narices y me obligaría a irme de allí.

Pero abrió un poco más, dejándome entrar. De repente me notaba nervioso y busqué aquel lazo que compartía con aquella chica, pero apenas sentí un hilo que nos unía. Algo frágil y que con el tiempo se había ido destruyendo muy poco a poco.

—Gracias por lo que intentaste hacer —fue lo primero que dije.

—Fue gracias a Ari que no perdieras nada al final —replicó, quitándose importancia—. ¿Le has dado las gracias a ella?

Apreté las mandíbulas todavía en medio de la habitación. Intenté no mirar a Elain demasiado para no incomodarla, sabía que me presencia siempre lo había hecho. Sin embargo, ahora parecía mucho más relajada que otras veces y fui demasiado consciente de que esa podía ser la primera vez que estaba con ella a solas en la misma habitación.

Noté el calor subir a mis mejillas cuando miré la cama de invitados y bajé la mirada con la esperanza de que mi cabello ocultara mi rostro.

—Gracias —volví a murmurar.

—¿Para eso estás aquí? —inquirió—. Solo para darme las gracias por algo que ha hecho tu compañera.

—No —repuse—. He venido a hablar de nuestro lazo.

Elain abrió mucho los ojos, no se había apartado de la puerta cerrada. Bajó la mirada.

—Si supiera cómo se renuncia a él...

—¿Quieres renunciar a él? —la interrumpí.

Elain se quedó mirándome muy sorprendida. Yo la miré muy serio. Ella frunció el ceño y miró alrededor como si me hubiese vuelto loco.

—Ari... Has elegido a Ari para ser tu compañera.

—Pero ¿quieres renunciar a nuestro lazo, Elain?

No sabía qué respuesta esperar. Creo que, hubiese dicho una cosa y otra, mi reacción hubiese sido de igual sorpresa. Elain dijo, con la voz tomada, con el llanto a punto de dejarse ir en su garganta:

—No.

Entonces me acerqué con largas zancadas a ella. Levantó la mirada para mirarme a los ojos.

Y la besé.

Arien

A diferencia de Elain, encontré a Azriel junto al alfeizar de la ventana del salón. Seguía siendo de noche, pero pronto amanecería.

—Nada que ver con la Corte Noche, ¿verdad? —dije acercándome y sobresaltándole—. Un cielo más bien feo una vez que has visto lo que hay allí.

Azriel sonrió y volvió a mirar.

—Yo no diría tanto. Decir que es "feo" casi suena cruel.

Ambos reímos y los dos nos quedamos en silencio durante algunos segundos. Miré a la noche, miré a Azriel. Quería añadir algo más, pero ¿qué se le decía a una persona que hubiese renunciado a ti a cambio de nada?

—No tienes que decir nada —dijo él como si me leyera la mente—. Está bien como está.

Y sin embargo me esforcé por decir algo, lo que fuera. Suspiré profundamente.

La Otra Compañera// ACOTARWhere stories live. Discover now