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Todo a su alrededor era sumamente llamativo, había enormes hongos y rosas multicolores casi del mismo tamaño. El conejo blanco pasó brincando a través de los tallos verdes, probablemente en su mundo eso sería el césped, aunque no estaba muy seguro de si podía comparar ambos sitios.

—Alto, espera.— gritó JiMin, apresurándose para alcanzarlo.

Entonces las flores cubrieron el camino y se detuvo ante la repentina sorpresa del movimiento, no esperaba que se pudieran mover. Como si eso fuera poco, cada una poseía un par de ojos y boca, murmuraban entre pétalos.

—Es un humano.

—Mira lo feo que es.

—Se ve descolorido.

JiMin alcanzó a escuchar y luego brotaron risitas maliciosas, se sentía fuera de lugar, pero ¿Qué era normal aquí? No tenía ni la menor idea. Sin querer darle más vueltas al asunto, trato de seguir el sendero de raíces que se encontraba a su lado derecho. Nuevamente fue detenido, más esta vez no fue por rosas groseras, sino por una nube de humo que le hizo toser, estornudar y lagrimear.

—¿Hacia dónde vas?— preguntó una desconocida voz que provenía de un hongo azul.

—¿Quién eres?— preguntó JiMin sin lograr ver a la persona que le hablaba.

Una aspiración honda y un círculo de humo voló por su cabeza —La verdadera pregunta aquí es ¿Quién eres tú?, he preguntado primero.

—Soy JiMin, ¿Y tú?— respondió impaciente.

Hubo un breve silencio, no broto ninguna nube gris, eso lo desconcertó y frunció el ceño con indignación por no obtener ninguna palabra a cambio. El hombre sobre el hongo pareció interesado en su persona porque se agachó para mirarlo mientras continuaba fumando tranquilamente de lo que parecía ser una concha de caracol, utilizada como pipa.

JiMin pudo distinguir que el desconocido tenía cabello verde y llevaba unos lentes gruesos, esto antes de que volviera a la posición de esconderse. En esta ocasión, una burbuja de humo se dirigió en dirección hacia sus pies y lo alzó en el aire, elevándolo hasta subir en el hongo. Lo que veía era un cambiaformas, mitad humano y mitad algo; no descifraba que, pero llevaba guantes morados, un libro viejo entre las manos y una estrafalaria vestimenta rosa con largos lazos.

—Me llamo NamJoon, ¿Estás seguro de que eres JiMin?— interrogó, ignorándolo para fijar su mirada en las hojas de su lectura.

—Claro, sé quien soy.

—No lo creo.— NamJoon lo contrajo, aspiró de su pipa y exhalo el humo sobre JiMin, justo en el rostro —No pareces saber ni en donde te encuentras.

—Eso...— tarareo el rubio, apartando con su mano la desesperante nube —Vine tras el conejo blanco, aunque las flores no dejaban de burlarse.— explicó, señalando sin ver por donde vino.

—No hay vegetación en la casa del sombrero.

—¿Qué eres? ¿Sombrerero? ¿De qué hablas?

JiMin no lo comprendía, hablaba de una manera sin sentido y NamJoon al verlo tan incrédulo le señaló hacia el mismo lugar que él había apuntado unos segundos atrás. Ahora estaba mucho más perdido porque era un camino distinto, realmente no había rosas ni hongos y ese era el tramo que recién había recorrido.

—Estoy casi seguro de que el conejo blanco que buscas está con el sombrerero, es la hora del té y que no te sorprenda si te lanza una taza, está bastante loco.— replicó NamJoon, empujándolo para poder seguir leyendo en paz, ya que se había estresado con sus preguntas.

𝖂𝖔𝖓𝖉𝖊𝖗𝖑𝖆𝖓𝖉Where stories live. Discover now