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JiMin había terminado completamente sucio, pero para su mala fortuna, el sombrero y el señor ardilla no tenían un hogar para limpiarse, aunque ambos decidieron bañarse en té. Por su parte, hacer eso no parecía demasiado cuerdo, por lo que les preguntó sobre algún río cercano y los dos señalaron en direcciones opuestas. Sabiendo de antemano que todo en este mundo era un caos, decidió solamente ir hacia donde sus pies lo dirigieran, aunque haciendo hincapié en el camino que llevaba al castillo.

Definitivamente no se había rendido con encontrar al conejo blanco y al entrar nuevamente entre los grandes hongos, ramas, flores y raíces, se vio perdido. No había ningún indicio de a dónde iba o por donde vino, parecía que este sitio cambiaba a su antojo y comenzó a estresarse. Por un breve momento se dedicó a hacer un berrinche, pisoteando con enojo la tierra bajo sus pies y escuchó una risa entre dientes que lo hizo detenerse.

—¿Quién anda allí?— preguntó JiMin, observando todo a su alrededor para poder encontrar al dueño de la burla.

El sonido de las hojas moviéndose hizo que su mirada se fijara en lo que parecía un árbol, más considerando el tamaño que había tomado, bien podría ser una rama en vida real. El punto es que allí se encontraba alguien recostado, un chico de cabello morado con un hanbok rosa pálido y un abanico en sus manos que lo abanicaba mientras bostezaba.

JiMin apenas podía verlo porque estaba en lo alto, se acercó al árbol y se dio cuenta de que había una colita de rayas moradas y rosas colgando, meciéndose de lado a lado. Debido a que el hombre no le respondió, pensó que estaría bien tocarla, la tomó con su mano y acarició el pelaje, provocando que el cambiaformas gato brincara enfrente de él.

—¿Acaso no te dijeron que es de mala educación tomar la cola de los demás?— cuestionó el desconocido con el ceño fruncido y los labios en una línea recta.

Extrañamente, JiMin tuvo una clase de déjà vu porque recuerda vagamente que alguien le había dicho exactamente lo mismo, pero no recordaba quien ni cuando. Se sintió apenado, el rojo se acumuló en sus mejillas y balbuceó algo como "es tu culpa por no contestarme". No obstante, se quedó callado al mismo tiempo que lo observaba con curiosidad, ladeando su rostro cuando se percató del par de orejas en su cabeza y alzó la mano para tocar.

Instantáneamente el cambiaformas gato desapareció y JiMin se sorprendió, aturdido volvió a observar por todos lados, pero no lo encontró. Luego sintió una caricia en su cabello rubio y levantó los ojos para ver al hombre flotando sobre su cabeza sin ningún tipo de sostén, le pareció tan sobrenatural y mágico.

—Perdón, ¿De casualidad conocerás el camino hacia el castillo?— preguntó en su lugar porque no quería ser grosero y no tenía una respuesta a su duda, ya que en su mundo nadie poseía una cola.

—¿Para qué quieres ir al castillo? Está lleno de gente sin cabeza.— respondió el hombre, siguiendo la dinámica de dar una pregunta.

Lo decía literal, el rey de corazones, SeokJin, siempre le cortaba la cabeza a quienes se burlaban de sus grandes hombros y trataba de cubrirlos con capas de estilo realeza. Sin embargo, eso era algo que JiMin debía descubrir por sí mismo, quizás dar el recorrido completo al país de las maravillas lo haría recordar que estuvo antes aquí.

—Busco donde limpiarme.— se señaló JiMin con obviedad —También estoy detrás del conejo blanco, quiero saber qué hacía en mi mundo y como puedo volver.— finalizó, cruzando sus brazos.

—Me llamo YoonGi.

—No recuerdo haber preguntado eso.

Había características en este cambiaformas que lo tenían ido, pero no lo suficiente como para olvidar que estaba perdido en un lugar desconocido, que necesitaba una ducha y encontrar al conejo blanco. El mencionado YoonGi, tenía la piel blanca, aterciopelada, sus ojos poseían una hermosa heterocromía; un iris azul y otro gris. Además, sus puntiagudas orejas se movían tiernamente cada que lo miraba y los pucheros que formaba al hablar.

𝖂𝖔𝖓𝖉𝖊𝖗𝖑𝖆𝖓𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora