8 - El Paseo

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El crujir de la gravilla en el patio delantero hizo que el corazón de la señora Decker diera un par de saltos. "¡Andi está aquí!"

En las cuatro semanas desde que el equipo de Phoenix comenzó el proyecto, el optimismo de Decker ha ido aumentando día a día. Andi y su equipo estaban progresando bien con los terrenos y, lo más importante, también se había acostumbrado a pasar tiempo con su adinerada clienta.

Andi llegaba cada vez más temprano, aparentemente para evaluar qué tan bien se mantenía el progreso. La peculiaridad de la finca era que los terrenos parecían pasar por 'estados de ánimo'. En los buenos días, el trabajo de jardinería se mantenía. En los malos días, el trabajo del día anterior se deshacía. Andi no lo entendía, así que empezó a quedarse más tiempo y a llegar más temprano para tratar de averiguar qué estaba sucediendo realmente. Lo único que sabía era: cuanto más tiempo pasaba en la finca, más días buenos tenía.

A la señora Decker le encantaba. Le encantaba pasar los días con su arquitecta, que siempre estaba en sus pensamientos.

Con una sonrisa en los labios, Decker giró su silla de ruedas y se dirigió hacia la puerta del dormitorio.

      —Ten cuidado, —interrumpió la suave voz de Kei Shang—, no queremos que parezcas demasiado ansiosa, ¿verdad?

      —Tú si que suenas ansioso, Kei, lo que significa que debo estar haciendo algo bien.

La boca de Kei Shang se contrajo con disgusto.

      —No. Seas. Insolente. Andi está aquí solo por el trabajo que la contrataste para hacer, no por voluntad propia. Y no he escuchado ninguna declaración de amor últimamente, ¿tú sí?

"De echo, si... solo que no en esta versión de la realidad..."

—Sigues sonando ansioso, porque sabes que existe la posibilidad de que pierdas esta apuesta...

Los ojos de Shang se endurecieron de odio, pero no respondió. Decker giró su silla de ruedas y empujó hacia delante el joystick, con un pequeño destello de victoria en sus ojos.

Andi escuchó acercarse la silla de ruedas eléctrica al solárium. Sonrió para sí misma; la dueña de la mansión resultaba ser una compañía excepcionalmente agradable y habían estado pasando mucho tiempo juntas. A decir verdad, el equipo de Phoenix lo estaba haciendo espectacular y el trabajo estaba fluyendo por sí solo. Andi, en un inicio, iba debido a sus deberes contractuales, pero cada vez más, la finca la estaba atrayendo... al igual que su dueña.

      —Buenos días, señora Decker —dijo Andi levantando la vista.

      —Señorita Zhao. —Decker inclinó ligeramente la cabeza—. Hoy has venido temprano.

Andi encogió los hombros.

      —Me gusta estar aquí... creo que tu casa me habla.

      —¿Ah, sí? ¿Y qué te dice?

      —No lo sé... aún... —Andi sonrió.

      —Espero que lo descubras... ¿A qué nos enfrentaremos hoy? —Decker se paró un momento a pensar, y su rostro se ilumino al instante—. El estudio.

Las dos habían estado recorriendo diferentes partes de la enorme casa, deshaciéndose de viejos adornos y trastos, así como anotando las áreas que necesitaban atención y mejoras.

      —¿Me muestras el camino? —preguntó Andi, manteniendo la puerta abierta.

Ambas se adentraron por varios pasillos antes de que la señora Decker se detuviera. Andi giró el pomo de una pesada puerta de roble y cruzaron el umbral hacia una biblioteca tan luminosa como espaciosa.

El secreto de Decker©️Where stories live. Discover now