10 - Rendición

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      —Por favor, detén esa tontería de 'Señora Decker'. Solo me llaman así porque me hace parecer respetable.

Andi y la señora Decker estaban en el apartamento del entresuelo, charlando durante el almuerzo, una costumbre que habían formado durante la semana después de que Andi se mudara. A decir verdad, era Andi quien comía, y Decker quien veía a Andi comer.

      —Eres respetable. —Andi inclinó la cabeza y guiñó un ojo.

El corazón de Decker se aceleró, como siempre lo hacía ahora cuando Andi hacía algo encantador. "Dios mío, es adorable".

Estoy incapacitada en una silla de ruedas y parezco un árbol marchito de tronco ahuecado. Soy lo más parecido a una bestia.

      —Difiero. Como dije antes, no te veo como una bestia horrenda. Lejos de eso —dijo Andi con sinceridad—. Quiero decir, no vas a participar en competencias de Miss Universo, pero hey, ¡yo tampoco!

      —Yo creo que eres hermosa —respondió la señora Decker. Estaba agradecida por sus gafas de sol; sus ojos le estaban dando a Andi un vistazo muy poco sutil y apreciativo.

Andi estaba sorprendida. Estudió a la mujer que estaba sentada frente a ella.

      —Huh, eso no era algo que esperaba que dijeras. —Sonrió—. Pero agradezco el cumplido.

      —Estoy llena de sorpresas —dijo Decker con una sonrisa irónica—, deberías saber eso ya.

      —¿Sabía el Señor Decker que te gustan las mujeres como yo? —bromeó Andi.

La señora Decker se quedó en silencio por un momento, perdida en sus recuerdos y completamente paralizada por la pregunta de Andi.

      —Lo siento. —Andi malinterpretó el silencio—. No quise traer a colación algo doloroso.

      —No, no. Está bien, era... más joven. Damian lo trató como una extravagancia. Solo hablamos de eso una vez. —Su voz se desvaneció—. ¿Y tú? ¿Cómo tomaron tus padres tu salida del armario?

      —Como hacen con la mayoría de cosas. —Andi se encogió de hombros—. De forma muy clínica. Ambos son muy prácticos, y creo que a mi padre le alivió no tener que lidiar con chicos rondando.

      —Eso no es lo que esperaba...

Andi sonrió.

      —Sí, no tuve el rollo de padres chinos escandalizados. Supongo que tuve suerte.

      —¿Y qué piensa tu novia de que vivas aquí?

Andi se encogió de hombros.

      —No tengo novia.

Decker estaba encantada con esa respuesta, pero rápidamente se controló. Señaló un montón de cajas en la esquina más lejana de la sala.

      —Hmm... ¿qué has estado desempacando?

Andi se volvió para mirar.

      —Oh, encontré esa pila de cajas en el armario del dormitorio. Seis, todas envueltas juntas. Pensé que querrías echar un vistazo, así que deshice el embalaje ayer y...

      —¡Vamos a abrirlas!

      —De acuerdo. —Andi sonrió. Entró en el dormitorio, empujó una caja hasta el sofá y la abrió con unas tijeras.

      —Oh... —Decker empezó a revisar la caja—. Cosas de la universidad. Recuerdo haberlas empaquetado. Parece que fue hace una eternidad... —Tomó una fotografía enmarcada y sonrió.

El secreto de Decker©️Onde histórias criam vida. Descubra agora