Capítulo 2

43 9 3
                                    


Los días fueron pasando en una nueva rutina, que se basaba en volver a casa lo antes posible para estar con Jared. Una vez dentro de mi cuarto, pasábamos las horas viendo películas o series en mi computadora

—Estoy aburrido —me dijo una tarde acostado en mi cama.

—¿Qué quieres hacer? —le pregunté, pensando que veríamos otra película, o al menos que nos quedaríamos adentro.

—Tener una aventura... La que sea.

—¿Una aventura? ¿Aquí?

—Sí, hagamos algo.

—Mmm... ¡Tengo una idea!

Me senté en la cama con las piernas cruzadas y con los ojos cerrados comencé a visualizar a Jared parado sobre el borde de un rascacielos.

—¿Qué tal ahora? —le pregunté.

—Se ve todo con tanta claridad... Es hermoso, pero no puedo sentirlo.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—A la adrenalina... Si tú estás tranquila, tranquilidad es lo que siento.

—Tienes que estar bromeando.

—Me temo que no, señorita. Salgamos.

—Acá no hay rascacielos.

—Seguro encontraremos algo.

Lo noté muy animado, por lo que acepté.

Caminamos sin rumbo como media hora, buscando algo que se pareciera a una aventura o que me pudiera generar adrenalina. Estaba cansada y lista para irme cuando gritó:

—¡Ahí!

—Oh, no...

—¡Sí, vamos!

Caminamos hasta una antigua y abandonada plaza donde vivía un viejo roble de aproximadamente diez metros de altura.

—No pienso subir, Jared.

—Vamos, por favor. No tiene que ser hasta la copa, es solo para que entiendas la sensación de la que hablo.

Nunca nadie me había suplicado, lo sé porque de lo contrario hubiese estado preparada para esa mirada y probablemente hubiese dicho que no. Caminé hasta la base del árbol.

—No sé subir —admití.

—Yo te enseño, solo imitame.

Comenzamos caminando por las raíces, y le dimos una vuelta completa al árbol.

—Por aquí —me dijo y dio un pequeño salto para sostenerse de la primera rama. Yo intenté imitarlo, pero solo logré caer al suelo.

—Inténtalo de nuevo, vas a poder —me dijo sonriendo, y yo solo bajé la mirada.

Tenía las manos raspadas y la humillación me decía que me volviera a casa, pero su sonrisa fue aún más persuasiva que su mirada. Lo volví a intentar pero con más fuerza, y esta vez me sostuve de la misma rama que él, no era como que fuésemos a pesar mucho juntos.

—Continuemos —me animó.

Se paró agarrándose del tronco y comenzó a escalar. Yo lo imité, con mi torpeza característica, pero debo admitir que fue más sencillo de lo que imaginé, supongo que porque Jared me guiaba. Las ramas no eran distantes entre sí, y para mi suerte eran suficientemente fuertes como para sostenerme. Subimos hasta lo que yo creo era la mitad de la altura, y no fue hasta que levanté la vista que entendí a qué se refería Jared. Mi cuerpo vibró en respuesta al miedo, por lo que me sostuve con más fuerza. La vista era indescriptible: el atardecer pintó todo el cielo de un naranja mágico y tenue, mezclado con una luz púrpura y las nubes rosadas, y las pequeñas luces del pueblo fueron apareciendo como estrellas que se levantan de la tierra.

Querido extrañoWhere stories live. Discover now