Capítulo 9

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La mañana pasó, y cuando creía que mi día recuperaba su calma lo vi a él, que apresuradamente corría hacia mí.

—Vamos a hablar —me dijo seriamente y sin siquiera saludar.

—Buenos días a ti también, Tristán —comenté para comenzar a caminar hacia el patio, y, dejando mi bolso caer, me senté bajo un gran árbol.

—¿Aquello que dijiste en mi casa es verdad?

—Sí, y es lo que te puedo contar por el momento —le respondí, pues Tristán no era como Alejo y debía ser cuidadosa con mis palabras; él no dudaría en internarme ni bien le dijera que Jared estaba sentado junto a él.

—¿Hay más?

—Un poco más.

—Entonces quiero saber.

—Antes debes contestarme algo. —Él solo me quedó viendo—. Sarah me visitó.

—¿Qué? —me preguntó sorprendido

—Asumo que la llamaste.

—No, no lo hice.

—¿Lo estás negando?

—Así es, no me llevo bien con ella ni mucho menos tengo comunicación, ya que yo no soy...

—¿Agradable?

Por un momento me miró serio, y respondió:

—Mmm... Se podría decir eso. No sé cómo sabe de ti.

«Maldición, debió ser Alejo entonces».

—¿A qué fue? —me preguntó.

—Me dijo que me detuviera y no buscara a Jared.

—¿Qué? —Su rostro se veía molesto—. O sea que ya no vas a...

—No la voy a escuchar —lo interrumpí, y vi que Jared estaba atento a la reacción de su hermano—. Me pidió que no lo busque más pero sigue utilizando su anillo de compromiso, no tiene mucha credibilidad.

—¿Entonces?

—Te voy a preguntar a ti, tú eres su hermano. —Me acomodé en mi lugar y, mirándolo directamente, le pregunté—: ¿Quieres que lo siga buscando? Si tú me pides que me detenga, entonces lo haré.

El silencio se adueñó de nosotros. Tristán parecía no respirar.

—No —exhaló, y por un segundo me quedé sin aire, pero, para mi suerte, él continúo—. No sé cómo haces para tener tanta fe en encontrarlo, pero no debes detenerte nunca.

Con esas palabras, el aire regresó a mis pulmones junto con el alivio. Por su parte, Tristán no dijo nada más y al levantarse desapareció entre los grupos de estudiantes.

Sin perder tiempo, me levanté para ir hasta mi apartamento y descansar un poco antes de ir a trabajar, o en caso de no dormir al menos podría estudiar, pero nuevamente mis planes fueron interrumpidos, cuando escuché mi nombre resonar en el patio de la universidad.

—¡Roma! ¡Roma!

Cuando lo escuché, tanto Jared como yo volteamos para ver a Alejo correr hacia mí.

—Roma —dijo emocionado—, tengo una idea.

Por alguna razón, una corriente eléctrica recorrió mi columna al escucharlo; seguramente era mi instinto de supervivencia que me alertaba.

—Tú llamaste a la novia de Jared, ¿verdad? —lo acusé.

Él estaba recuperando el aliento, por lo que solo logró exhalar con un rostro confundido.

Querido extrañoWhere stories live. Discover now