Capítulo 11: Operación Barbarroja (1/2)

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En el verano de 1941 , el ejército alemán lanzó la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética. En la línea del frente, los soldados alemanes y soviéticos se prepararon para lo que sería una de las batallas más sangrientas y brutales de la Segunda Guerra Mundial.

La Wehrmacht, la armada alemana, avanzó sin declarar oficialmente la guerra en territorio ruso con una imponente fuerza compuesta por 53 divisiones alemanas y tropas de países aliados como Finlandia, Rumania, Eslovaquia y Hungría. Incluso había fascistas españoles entre las filas.

Esta enorme fuerza contaba con más de 3 millones de hombres, 600 mil camiones, más de mil tanques, 7 mil cañones y 4 mil aviones. En solo 24 horas, 1500 aviones soviéticos fueron arrasados ​​en tierra y los alemanes derribaron 300 más en el aire. La fuerza aérea soviética, superada en número y sorprendida por el ataque, sufrió un golpe devastador.

Con su ofensiva en marcha, los alemanes se dirigieron hacia tres direcciones diferentes: al norte, con el objetivo ideológico de Leningrad; al centro, con el objetivo político de Moscú, la capital de Stalin; y al sur, con el objetivo económico de Kiev y Ucrania. La Wehrmacht avanzó a lo largo de unos tres mil kilómetros, superando a las fuerzas soviéticas en número y estrategia. ¿Lograrán los alemanes alcanzar sus objetivos y dominar el territorio ruso? El futuro de la guerra estaba por escribirse, pero una cosa era segura: la tensión estaba en aumento y el desenlace sería épico.

 ¿Lograrán los alemanes alcanzar sus objetivos y dominar el territorio ruso? El futuro de la guerra estaba por escribirse, pero una cosa era segura: la tensión estaba en aumento y el desenlace sería épico

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En el norte de los estados bálticos, los alemanes eran a menudo recibidos como libertadores por la población local. En un gesto simbólico, los soldados alemanes les entregaban flores a la gente mientras avanzaban en sus vehículos motorizados. La alegría y los elogios eran abundantes en una muestra clara del aprecio que la población tenía hacia los alemanes.

Este cálido recibimiento contrastaba con la despiadada policía secreta soviética, responsable de la represión política. La gente se alegraba de su partida y de la llegada de los alemanes, quienes les brindaban la libertad y la esperanza de un futuro mejor.

El sol se alzó sobre los campos de trigo ucranianos mientras los soldados alemanes se preparaban para la invasión de la Unión Soviética. El General Franz Halder había planeado meticulosamente la Operación Barbarroja durante meses, y finalmente estaba listo para poner en marcha el mayor asalto militar de la historia.

El teniente Hans Müller, un joven oficial de la Wehrmacht, estaba nervioso por lo que se avecinaba. Sabía que esta invasión sería brutal y que las tropas soviéticas no se rendirían fácilmente. Hans estaba en el frente de la línea de batalla, con su unidad lista para avanzar en dirección a Moscú.

El ruido de los motores de los tanques y los aviones llenaba el aire mientras los soldados alemanes comenzaban a avanzar a través de la línea de la frontera soviética. Hans podía sentir su corazón latir con fuerza mientras se adentraba en territorio enemigo.

Mientras avanzaban, se encontraron con una unidad soviética que defendía la línea del frente. El sonido de los disparos llenó el aire mientras los soldados alemanes luchaban contra los soldados soviéticos. Hans podía sentir la tensión en el aire mientras las balas volaban a su alrededor.

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