4. Jazmines

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La dulzura del chocolate deleitaba la cocina, rastros de harina y cacao esparcidos por la mesada, mezcla en el piso, una pila de utensilios sucios coronaban la bacha, era un desastre. El primer intento por hornear un bizcochuelo fue catastrófico. Estaba chato y hundido en el centro, había quedado amazacotado porque cierto niño decidió interpretar la indicación de 1/2 taza cómo "una o dos tazas de aceite" pero ¿quién iba a culparlo? Era un símbolo confuso para su inexperta mente repostera. El verdadero culpable era Cristian que en ningún momento cuestionó la inespecífica receta.

El segundo bizcochuelo estaba en el horno y pintaba mejor, al menos éste sí estaba levantando su tamaño.

ㅡ¡Hay que batir la crema! ㅡ Exclamó Valentino mientras el mayor intentaba descubrir cómo poner las varillas en la batidora (que no tiene idea de cuándo compró.) Y toda esa emoción por la pastelería tenía una sencilla explicación, mañana es el día del maestro y es el momento perfecto para continuar con su perfecta conquista. Los chicos entrarían más tarde al colegio, se realizaría el acto y por último padres y alumnos tendrían una merienda con sus profesores. Era el momento ideal para tomar los dotes culinarios de su papá y utilizarlos para encantar al coreano, pero el pequeño no contaba con que Cristian se caía a pedazos cuando se trataba de repostería.

ㅡCreo que se cortó.ㅡ Dijo su papá señalando la preparación. Iba a ser una tarea difícil.

Por otro lado Cuti estaba teniendo días... caóticos. Aceptar sus sentimientos por Heung-Min lo tenía con el corazón colgando en sus manos, ahora que le había encontrado una explicación a sus latidos desacompasados, a esas sonrisas tímidas y miradas de noche estrellada se encontraba totalmente vulnerable ante el coreano que sabía perfectamente cómo volverle loco, era encantadoramente embriagante.

Además de que ahora debía soportar las constantes burlas de Lisandro y Nahuel.

La campanita del horno sonó llamando su atención, al parecer estaba listo. Se veía alto, esponjoso y olía excelente, padre e hijo chocaron los cinco orgullosos. Para la decoración y el relleno se las ingeniaron con lo que tenían en casa, estaba decente, al menos no era una piedra ni podría intoxicar a nadie.

Valentino estaba feliz, definitivamente Sonny se enamoraría con ese bizcochuelo.

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ㅡ¿Vamos a llegar tarde?

Bueno, no exactamente. Cristian acomodó a su bebé en el asiento de atrás con rapidez, ambos se habían quedado dormidos y estaban saliendo muy sobre la hora. Hizo un repaso para asegurarse de no olvidar nada, el mate, jugo para los chicos, la torta, la mochila, todo parecía estar bien.

ㅡVamos a llegar algo justos, pero vas a ver que no nos vamos a perder de nada.ㅡ Aseguró mientras ponía el auto en marcha, quizás llegarían en la mitad del acto pero no era un problema ya que el mismo era protagonizado por los grados más grandes.

Cristian se miró por unos instantes en el espejo retrovisor acomodando su cabello, tal vez inconscientemente se había arreglado más de la cuenta, la polera negra le quedaba pintada incluso optó por usar un jean clásico, su perfume viajaba desde sus muñecas hasta sus clavículas y se avergonzó de estar intentándolo tanto. El semáforo se puso en rojo, desde la ventana un puestito captó su atención y una tonta idea tomó el control de sus sentidos.

ㅡValen, acompañame un cachito.

Estacionó el vehículo como pudo, totalmente decidido, si lo pensaba dos veces podía llegar a arrepentirse. Suaves aromas y colores vibrantes le dieron la bienvenida, su mirada paseó por cada pequeña flor asomándose desde los ramos, su cuerpo se llenaba de mariposas con sólo imaginar a Heung-Min sosteniendo alguno de ellos.

Cupido usa crayónes • CutisonWhere stories live. Discover now