Thranduil

354 22 4
                                    

Idril contemplaba el que había sido su dormitorio desde que se casó. Las pertenencias de ambos habían sido empaquetadas o repartidas, y ya sólo quedaban los muebles desnudos y lo justo para partir al día siguiente.

—Echaré de menos esto. —dijo nostálgica, apoyada en una de las columnas de madera del dosel de su cama, y mirando a su alrededor.

—Ven. —Thranduil extendió la mano para que la tomara. —Todavía tenemos tiempo.

La condujo por el pasillo que tantas veces habían recorrido para salir al exterior. La llevó a los pies del naranjo en el que concibieron a Legolas y la besó, los ojos de Idril brillaban por las lágrimas incipientes.

—Te amo, Thranduil. —dijo en un susurro mientras acariciaba su rostro delicadamente. —No pude haber elegido un mejor compañero de vida.

Acunó su rostro y la atrajo para besarla. Juntó su frente con la de ella y la tomó de la cintura.

—Gracias por haberme dado la felicidad más grande que nadie pudiera imaginar, Idril. Te amo con todo mi ser.

La fue desnudando, y ella hizo lo mismo con él. De la mano, se sumergieron una última vez en las aguas y se dejaron mecer por la brisa fresca de azahar. Thranduil abrazó a Idril y recordó la primera vez que la trajo, en su noche de bodas. ¡Qué nervioso estaba! Cuando se despertó aquel día, sólo podía pensar en los acontecimientos de la noche, y cuando por fin estuvieron a solas, todo lo que había imaginado superó sus expectativas.

En estos pensamientos estaba cuando Idril sostuvo su rostro entre sus manos.

—¿En qué piensas? —preguntó ella. Él se limitó a sonreír, probablemente de una forma bastante boba.

—Recordaba la primera vez que te traje aquí. Ha pasado mucho tiempo.

—¿Quieres recordar viejos tiempos? —ronroneó seductora. Bajó las manos por su torso hasta que tocó su ombligo.

Y envueltos en la fragancia de la flor de azahar, bajo los naranjos como testigo una vez más, hicieron el amor como si fuera la primera vez, sabiendo que sería la última.

Al día siguiente, Thranduil había mandado llamar a Legolas. Llegó justo cuando Idril salía de las estancias y se dirigía a ver a Anoriel.

—Padre, ¿qué ocurre? —inquirió Legolas al llegar. —¿Falta algo?

—Sólo una última cosa. Acompáñame. —dijo misterioso.

Atravesaron todas las habitaciones hasta llegar al vestidor, que Legolas nunca había traspasado.

—No te quedes ahí parado, sígueme. —conminó.

Llegaron al cuarto de baño y Legolas seguía sin entender qué hacían allí, hasta vio que su padre abría una puerta oculta.

—Pero qué-...

Lo siguió y abrió otra puerta para dar paso al jardín más hermoso y fragante que había visto jamás.
Thranduil disimuló una sonrisa al ver la cara de su hijo contemplar la piscina de aguas termales, los naranjos y las diferentes flores que crecían. Caminó unos pasos hacia adelante sin saber muy bien hacia dónde mirar primero.

—¿Qué es este lugar?

—Este jardín pertenece al rey y a la reina. —dijo solemne. —Es decir, a ti y a Tauriel.

Legolas lo miró perplejo. Thranduil le explicó la historia de cómo encontró el lugar, y hasta le indicó dónde fue concebido.

—Tu madre te sintió cuando cayeron unas hojas de este mismo naranjo sobre nosotros. —dijo con aire soñador. —Pero no me lo reveló inmediatamente, simplemente dijo que estaba muy feliz.

Vuelve a míWhere stories live. Discover now