CAPITULO 8 | EL NACIMIENTO DEL TERCER SOL

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Después de que la mujer depositó el delicado beso en la frente del de piel caramelo, las heridas de este comenzaron a sanar al tiempo que las marcas y moretones que su cuerpo tenía desaparecían. La mujer se puso de pie frente al inmóvil cuerpo del muchacho esperando que este reaccionara, cosa que para la ferviente esperanza de la diosa, ocurrió a los pocos momentos. Los ojos del joven se abrieron lentamente mirando hacia el plano celeste de forma fija.

Ella sonrió alegre al ver que los orbes celestes de él habían recuperado esa chispa de vida en ellos.

El otoño es una segunda primavera, donde cada hoja es una flor¹— exclamo la reina del submundo hacia el de mata cobriza.

Este giro los ojos hacia ella cambiando su expresión dejando ver su rostro en una perfecta armonía que derrochado el más puro cosmos desde cada celular de su ser.

—No temerás por alguno de tus pétalos, porque yo, Perséfone, la reina del inframundo y gobernadora de las estaciones te protegeré hasta que cada una de mis hojas caigan. Bendito en el infierno y glorioso en la tierra, su magnificencia es como un tigre y su poder como un viento furioso. Nacido de los prados y ensalzado por el ocaso, el amo de los vendavales y señor de las sequías, Sinned de Nmutua.

El menor se levantó del suelo completamente sanado, su mirada estaba fija a un punto en la nada, su cuerpo irradiaba energía y su corazón derramaba fortaleza. De pie una corriente de aire lo envolvió como si de un tornado impecable se tratara siendo su persona el ojo del huracan, la violenta rafaja desapareció dejando ver una reluciente Latep plateada como el más puro diamante y más resistente metal, junto con colores cálidos concordantes con su estación correspondiente. Dos gemas preciosas brillaban del color celeste de su iris reflejaban un brillo magnificente que derrochaba imponente frente a la oscuridad del bosque que se hallaba en un costado. En su mano izquierda, empuñando con firmeza una espada con una punta tan filosa como los dientes de la bestia más temible, adornada en la empuñadura por una gema brillante a juego con las que decoraban el pecho de la armadura junto con otra ubicada bajo el mismo mango del arma.

Sobre su cabeza, estaba una corona hecha de una enredadera plateada acompañada de hojas cobrizas del color de su coraza, que era sostenida por sus ondulados cabellos cortos por encima de las orejas y a la altura de los ojos.

Por otro lado, el entusiasmo de la chica por ver a su compañero la apresuró a dar prisa a su paso calmado al sentir ese torbellino que ocasiona el cosmos de su contraparte. Con una sonrisa en los labios salió del bosque hasta llegar al lugar donde había dejado a su diosa con el otro Jarehzeit. Al llegar sus ojos se iluminaron con la deslumbrante apariencia del chico de Nmutua, y aún que el joven estaba dándole la espalda era el momento más emocionante en toda su etapa de Jarehzeit. Él volteó su rostro hacia la castaña al tiempo que giraba todo su cuerpo en su dirección, el rostro tranquilo de él se transformó en una sonrisa cálida que le dedicó a Jazmín.

Los labios de ella se torcieron en una sonrisa que le hacía abrir más los ojos de forma exagerada —¡Y pensar que espere siglos para ver este momento!— gritó ella con entusiasmo dando pasos hacia él hasta quedar frente a frente, la fémina inclinó su cabeza hacia un lado viéndolo a la cara —Imagínate una pelea entre ambos, primavera y otoño— la de orbes verdes estiró sus manos a los lados como si estuviera escrito un título en ese espacio vacío —Los opuestos batallando entre los escombros de una ciudad recién destruida; arrasando con cualquier posibilidad de rehacerla y dejando que la fauna cubra una vez más los terrenos que le han sido arrebatados— musitó con añoranza de ver nuevamente los hermosos campos repletos flora, pero al percatarse de su desviación volvió a retomar el tema —¿Que te parece Nmutua?¿Lucharías conmigo aunque nos arriesgemos a qué los caballeros de Athena nos descubran? Si eso ocurriera lo haría más divertido— bromeó, aunque realmente deseara complir con lo dicho sabía que el joven no estaba en condiciones para hacerlo.

YOURS EVER ✔ | THE LOST CANVASWhere stories live. Discover now