Capítulo 58

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Y aquí estoy con mis hermanas, me sentía tranquila y en paz, me sentía en mi lugar seguro. Maya no me saturo de preguntas ni nada, pero nunca mintió respecto a nada y su mirada era tan cálida que me hacía sentir bien.

—Debes regresar a Hedoné. —Ella sostenía a la bebé mientras yo salía del baño. La ducha me hizo sentir menos pesada.

—Aunque quisiera, no puedo. —La miré con confusión. —No puede cruzar el puente, al menos aún no y si lo hago no podré regresar.

—E irnos no es una opción. Atea volverá. —Asintió. Maya veía a Hedoné de forma curiosa. —¿Qué ocurre?

Río. —Supongo que es de familia tener los ojos de un color peculiar. —Hedoné tenía unos ojos de color rosa muy obscuro. Miré a mi hermana y a la bebé en sus brazos, ese sentimiento de dolor estaba en mi.

—Lamentó todo.

—Ya no hay por que disculparse. Ahora lo que importa es que tenemos que irnos de aquí. Nia te espera. —Sonreí. El saber que ella estaba bien me hacía sentir demasiado aliviada.

—¿Crees que tres días serán suficientes? —Miré hacia la ventana. La luz del sol reflejaba, alumbrando toda la habitación.

—Lo serán. Créeme. —Me dio una sonrisa tranquila a lo cual asentí.

Me acerqué a ellas y me senté a su lado. Acaricié la nariz de Hedoné haciendo que sacara una sonrisa.

—Sabes, a pesar de que ahora se que relación tenía con mis padres, aún no descubro todos mis recuerdos.

—Solo eran un empujóncito, no te precipites, llegarán pronto.

—Aún así, hay una cosa que no logró entender. —Mi mirada seguía en Hedoné y sus reacciones al ver a Maya, supongo que ella también se siente igual de tranquila a su lado.

—¿El qué?

—Hay un niño en algunos recuerdos que tuve, esta ahí pero no logro saber quien es y su rostro es borroso.

—Cuando tu mente este en paz y totalmente en claro, lo sabrás. —Eso era una verdad, debía tener mi mente en paz para poder aclarar todo.

Hace tiempo que no dormía en una cama, bueno no desde que me fui. Era extraño pero definitivamente era muy cómoda. Estaba asustada de lo que pudisiese pasar en los días siguientes pero debía ser fuerte y luchar.

Prometo acabar con Atea cueste lo que cueste.

Maya se había ido a su habitación y me había dejado dormir. Se sentía rara la habitación sin nadie más que yo. Traté de dormir pero la puerta se abrió lentamente y abrí mi mente para saber quien pudo a ver sido. A los minutos siento como alguien se recuesta a mi lado y me abraza por la espalda con fuerza.

Era JungKooK.

—¿Qué haces? —Hablé con molestia y con confusión.

—Solo dame unos minutos, ¿Esta bien? —Me quedé callada. Al los minutos él se iba a soltar pero lo detuve y deje que me rodeara más.

Su mente estaba vulnerable, y sentía que esto lo hacía sentir bien.

A pesar de todo, lo amaba. Era un sentimiento que no podía dejar de lado aunque quisiese, es la ley del destino a lo que me explico Maya.

Me escondí más en su pecho esperando sentirme segura, pero extrañamente no sentía nada. Solo éramos él y yo bajo la luz de la luna.

Él sintiendo todo y yo, no sentía nada.

—¿Esta bien que me quedé? Realmente necesito tenerte cerca.

Asentí lentamente. —Esta bien.

Dije sin más, al poco tiempo quede dormida en sus brazos.

La mañana siguiente el desayuno estaba en mi cama y JungKooK estaba con el tenedor frente a mi boca. Era extraño pero tierno. Abrí mi boca para meter un bocado de la comida.

Ninguno de los dos decía nada y solo disfrutábamos del silencio del otro. Realmente no había palabras para expresar absolutamente nada.

—¿Por qué haces esto? —Pregunté con la comida en la boca.

—Te iras mañana, quiero disfrutar de ti lo más que pueda.

—¿Por eso no me dejaste ir a desayunar con los demás? —Reí con sarcasmo.

—Sí.

—Realmente no has cambiado en nada, JungKooK. —Había un poco de decepción en mi. Si fuera por él me  mantendría encerrada por el resto de mi vida sin ver a nadie y solo ver su cara todos los días sería el único rostro conocido que vería.

Eso no era agradable.

Acabé mi desayuno y me levanté para ir al baño.

—Tranquilo, solo voy al baño. —Le sonreí.

Había una parte de mi que no se quería alejar de él, pero otra parte que no lo quería mantener cerca de mi. Era un gran dilema moral.

Pero me relaja saber que todo esto en pocos días acabaría.

Dentro del castillo de sentía una mente invadida por la ira. Salí del baño y JungKooK no estaba, pero la puerta estaba abierta. Salí de la habitación y seguí unos gritos hacia el primer piso.

—¡¿Se la llevaron sin mi permiso!? ¿Qué carajos les pasa, es una niña? —Era JiMin. Estaba bastante enojado.

—No es de tu propiedad. —Maya estaba tranquila y serena.

—Sabes que no debiste haberlo hecho.

—¿Y si te lo hubiera dicho qué? ¿Hubieras accedido? Claro que no.

—¡Hubiera ido con ella!

—Es una niña, JiMin. No necesita de gente que la sofoqué, además, fue su decisión. Hicimos un trató.

—¿Qué trató? ¡Mierda es una niña, ella no puede pensar claro ni por si sola, aún es inmadura! —Aquello me sorprendió y parece que a Maya también.

—No hables como si la conocieras, creeme, ella es mucho más lista qué todos nosotros aquí. —Lo miró con enojo.

—Tu no la conoces. Me separaste de mi destinada y donde quiera que esté puede correr peligro.

—¿Qué? —La sala se lleno de silencio al verme. —¿Nia es tu destinada? —Él enojo ahora crecía en mi. —¡Estas loco! ¡Es una niña imbécil, ella no tendría que haberse involucrado en nada de tu mundo! —Me acerqué a él con rapidez y lo tomé del cuello azotandolo contra la mesa.

—¿Mi mundo? —Río. —Te recuerdo quien mató a sus padres, no eres más que un peligro para ella.

—Y tu un idiota que esperara a que crezca para tenerla. No te quiero cerca de ella ¿me entendiste? Nunca. —Sentí unos brazos rodear mi cintura y separarme de JiMin.

Si el destino es tan bueno, por favor que ellos dos no terminen juntos. No quiero que Nia se involucre con tipos de su especie.

—Vamos. —La voz de JungKooK me tranquilizó. Me cargó en sus brazos y me llevo lejos de todos ellos. Esyaba agradecida de no haber perdido los estribos. —Hablaré con él.

Asentí. JungKooK acarició mi mejilla y beso mi frente con suavidad. Había algo que se sentía tan bien, pero a la vez tan amargo.

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