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capítulo tres“entre la timidez y vergüenza”

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capítulo tres
“entre la timidez y vergüenza”


Aún me mira esperando una respuesta y la sonrisa que se va dibujando en su rostro entiendo cómo que la situación para él era graciosa porque estaba allí sin decidirme.

No lo conocía, bueno sí, varias veces fue al maternal a buscarla a Olivia, pero solo dos veces yo fui la que lo despedí junto a la nena. Tenía un punto. Bueno, no podía desconfiar de un papá de los nenes sabiendo que claramente lo iría a ver buscando a Olivia nuevamente, aparte que recuerdo que Catalina me dijo que era famoso, futbolista. Bueno, si es más sensato. 

Suspiro, finalmente asiento con mi cabeza para bloquear mi celular. Me acerco hacía la puerta del auto y tomar la manija, tirarla y entrar con mucho miedo igualmente o tal vez solo eran nervios porque sentía que me estaba mandando de confianzuda con una persona que nada que ver.

—Gracias.

Es lo primero que susurro al sentarme y cerrar la puerta.

—De nada. —responde para bajar un poco la música que sonaba en el auto y preguntarme—. ¿Para dónde te llevo?

Giro mi cabeza para ver como él giraba lentamente el volante para salir del cordón de la vereda del bar y suspiro por lo bajo para indicarle.

—Chacarita por calle Roseti. ¿Te ubicas? —menciono nerviosa, no quería ser cargosa—. O sino cerca de ahí también. No hay problema.

Escucho un leve sonido y al mirarlo nuevamente me doy cuenta que fue como una sonrisa con ruido por su parte.

—No pasa nada, creo que me ubico. Y sino, me ubico en el camino, me podés indicar cuándo estemos llegando.

Asiento con mi cabeza y le quitó la mirada de encima porque toda esta situación me parecía extrema.

Segundos después observo rápidamente las luces de su tablero y cualquier cosa que pudiera hallar. Mis ojos se van a dónde su mano descansaba, la palanca de cambio, al lado tenía el espacio para dejar un vaso o lo que sea y encima un espacio para guardar algo que no logro distinguir bien, pero creo que había un chupete. Una sonrisa se me escapa y vuelvo a levantar mi cabeza para ver el camino.

—¿Un refresco de los niños?

Giro a mirarlo después de escuchar esa pregunta que no entiendo hasta que él quita su vista de la calle para mirarme rápidamente y aclararlo.

—Del jardín y los nenes, digo. —acompaña esas palabras con una sonrisa de lado.

Raro, me pierdo un segundo en que su rostro en si parecía ser como muy delicado. No sé si era la palabra, pero ahora podía explicarlo así como limpio, suave. No sé, que pensaba, sacudo mí cabeza y río entendiendo la referencia a la que dijo hace un minuto.

Perfume | Enzo Fernández.Where stories live. Discover now