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—¿Quieres explorarla? —Vió a su hija asentir efusivamente, emocionada por la aventura— Vayamos a casa entonces, últimamente los mobs están muy chetados, no quiero que te pase nada, mija —La pequeña asintió, entendiendo a lo que se refería.

Ambos fueron a la casa de el mayor, aquel que se autodenominaba Sabiogetta. Padre e hija se dirigieron a la sala donde Vegetta tenía sus pociones, dándose cuenta de la escasez de estas mismas.

—Escucha princesa, voy a dejar haciendo una poción de curación instantánea, quiero que te quedes cuidándola en lo que papá va a por más materiales, ¿de acuerdo? —La niña asintió, quedándose mirando a la mesa de pociones, escuchando el sonido característico del elevador, dándole a entender que su papá ya no estaba.

Aprovecho para mirar a sus alrededores, si bien no era la primera vez que estaba ahí, sentía que jamás había estado en ese lugar por alguna razón, tal vez la escasez con la que ella frecuentaba ese lugar podría ser su respuesta. Ante su falta de conocimiento de aquel lugar, le presto atención a todo, menos a la poción.

Minutos después de observación, se había aburrido, tanto de mirar el lugar, cómo de esperar a su papá, por lo que empezó a buscar en su mochila su burbujero para un pequeño rato de distracción, dándose cuenta de una flor muy peculiar que jamás había visto, pero que de igual forma desechó al no ser morada, ni naranja.

Aquella flor cayó en las pociones, empezando a desvanecerse al hacer contacto con los frascos. Quién sea que pudiese verlo podría deleitarse ante el suave movimiento de los pétalos cayendo en el líquido o inclusive ante el aroma floral que empezaba a desprender.

Pero no había nadie más que Leonarda para detectar aquel cambio, y, aún así, no lo notó al encontrar lo que tanto buscaba, empezando a soplar para ver salir su espectáculo de burbujas.

Un pequeño descuido, hizo que todo el entorno de esa familia empezará a cambiar.

Poción || FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora