vingt-et-un

1.2K 286 17
                                    

—¿El oso te comió la lengua? —Se burló, notando el silencio que se formó hace unos minutos.

Rubius disfrutaba la cara que el otro tenía, la sorpresa genuina y la mirada de decepción era, para él, una de las mejores cosas que podía ver.

—¿Qué pasa, Vegetta? —prenguntó, fingiendo preocupación— ¿Hay algo malo?

—Sí, tú —Dijo, ya cansado de los juegos del otro—. Desde que llegaste a mi vida, todo ha sido un infierno.

El demonio rio, transportandose a lado del amante del morado.

—¡Ding ding ding! —imitó el sonido de una campana— Soy un demonio por algo, rey —tomó del mentón al otro, obligándolo a mirarlo a los ojos—, mi trabajo es hacerle la vida un infierno a quienes lo merecen.

—¡¿Y yo qué mierda fue lo que te hice?! —exclamó, desesperado por obtener una respuesta. Apartó bruscamente la mano del otro, mirándolo fijamente.

La mirada del oso se oscureció por unos segundos, mirando a Vegetta sin expresión alguna, sofocando al otro con la seriedad que obtuvo en menos de un minuto. Apretó la mandíbula, casi como si la pregunta le hubiera ofendido.

—¿Acaso importa? —restó importancia al asunto, volviendo a tener esa aura juguetona de antes— Sé que estás enojado, Vege —Se posicionó atrás de él, tomándolo de los hombros, sintiendo cómo el mayor se tensaba—, pero, ¿lo estás conmigo? —puso mejilla con mejilla, apegandolo más a su cuerpo— ¿o contigo? —chasqueó los dedos frente a él, apareciendo una figura de fuego. Era Foolish— Ahora sabes la verdad, sabes que ese día en la dangeoun lo que le diste al tiburón no fue una poción de curación —sonrió la ver cómo el otro no despegaba la mirada de su figura de fuego—, sino que algo más… —Empezó a hacer movimientos con su mano, transformando la figura de Foolish en una poción.

Vegetta estaba agobiado.

En esos momentos no le importaba la cercanía que el otro tenía con él, como jugaba y se divertía con su sufrimiento, el cómo parecía disfrutarlo al igual que los pequeños roces con otras intensiones. No, no le importaba en lo absoluto eso.

No lo hacía porque tenía su corazón roto.

Empujó al demonio lejos de él cuando vio cómo volvió a cambiar la imagen frente a él, en una donde estaban Foolish y Mariana. Su respiración se cortó, miró enfurecido a su contrario.

—Vete de aquí —murmuró. Quiso gritarle, exigirle y mandarle que se fuera de su vista y nunca volviera, pero no podía. Parecía que toda palabra se había quedado atorada en aquel nudo que se formó en su garganta sin darse cuenta.

—Vale, pero ten por seguro que nos volveremos a ver, Vegettita —Y, tras decir eso, desapareció.

Después de un par de minutos, Vegetta empezó a gritar, golpear y destruir algunas cosas, desahogando su frustración, maldiciendo una y otra vez al oso y a él mismo.

Rubius tenía razón en algo: estaba enfadado con él mismo.

No solo había descubierto lo enamorado que estaba de Foolish ese día, sino también que, en realidad, nunca lo estuvo.

Pero eso no era lo que le dolía.

Quiso que Foolish apareciera por esa puerta, que lo abrazara, le besara su cara como solía hacerlo, que lo mimara para que se sintiera mejor, escuchar de nuevo que él iba a protegerlo. Quería tenerlo ahí, para reafirmar lo que sentía.

Después de una hora de haber gritado y llorado, por fin pudo calmarse. Miraba sus manos, siguiendo pensando en lo que estaba pasando.

Dolía, dolía mucho.

No le dolía el hecho que Foolish no esté enamorado de él, todo lo contrario. Le dolía pensar que, todo lo que pasaron, nunca significó nada para el otro, después de todo, todo había sido a causa de una poción y nunca se dio cuenta, todo lo que Foolish hacia por él jamás fue de manera genuina.

Miraba la puerta una y otra vez, ahora con nervios de que el semidiós llegará y entrara. No quería verlo ahora, necesitaba más tiempo para procesar toda la nueva información que le cayó como balde de agua fría.

Pasaron las horas, hasta que Vegetta se dio cuenta que ya iba a ser media noche, por lo que cerró los ojos, descansando por fin después de un largo día, aún con esa angustia de que el otro llegará de la nada.

Pero Foolish nunca llegó. Y eso, aunque lo negara, le dolía.

Poción || FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora