CAP. 1

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Colegio Internacional de Seúl, lugar en el que la perfección lo es todo. No se permiten errores y si alguna vez cometes alguno, jamás serás perdonado.

(...)

Cuando tenía cinco años, descubrí el inmenso amor que le tenía al bello arte del baile; cuando tenía siete, me obsesioné tanto con la música que comencé a escribir mis propias canciones, y al darle vida a esas canciones, lo uní con mi pasión por el baile; a los diez años, ya había ganado demasiados concursos de talentos, al menos, demasiados para una niña de mi edad.

Pero, al parecer si te obsesionas con algo, será suficiente para alejarte de tus seres queridos y dejar todo de lado...

Eso pasó conmigo, mi pasión por la música y el amor por la danza aumentaron demasiado, prestaba tanta atención a canciones y coreografías nuevas, que olvidé lo que era tener una vida sana; dejé de comer lo necesario para mantenerme fuerte, mis niveles de glucosa bajaron, sin mencionar el increíble cambio que sufrió mi cuerpo por ese descuido; digamos que el diseñador y la actriz más famosos de Tailandia merecían una hija perfecta, la cual cumpliera con los estándares del mundo, claro, hablando física y artísticamente, algo que claramente no llegué a cumplir.

(...)

Nos mudamos a Seúl cuando tenía 15 años, llegamos a una bonita casa, específicamente... recién comprada; una fachada blanca, con ventanales de un tono plateado y pequeños espirales cubriendo los cristales, una puerta doble de color blanco, que al cruzarla, justo al frente se encontraba una escalera con dirección al segundo piso en el cual se encuentran dos habitaciones, ambas para las visitas; en el piso de abajo, de lado izquierdo, la entrada a la cocina y adentrándose en ella, una puerta blanca con dirección a un costado de la casa -se podría decir que es la puerta trasera- saliendo la cocina, se encuentra la sala de estar, la cual cuenta con dos preciosos sofás blancos y piel de durazno, una mesita de centro color negro y cristales con tonalidades grisáceas, frente dicha mesa, la televisión, una pantalla lo suficientemente grande que cubre la pared por completo; hacia el lado derecho, un pasillo el cual mantiene tres puertas a la izquierda.

Primer puerta, mi cuarto... Una bella habitación con dos de sus paredes color morado y las otras dos de color amarillo, justo al cruzar la puerta se encuentra mi cama, a la izquierda de ésta, una mesita de noche, y de lado derecho la puerta al baño de mi habitación; demasiado pequeño para el gusto de mis padres pero, para mí, está perfecto.
La segunda puerta, habitación de mis padres... Demasiado enorme para mi gusto.
La tercera puerta solo, el baño general de la casa.
Al finalizar el pasillo, una puerta más, la puerta al paraíso; un paraíso, un enorme jardín con tres perfectos árboles y cientos de flores cubriendo el pasto. Jamás existirá jardín lo suficientemente grande para mí.

(...)

Después de la cena, sentados en la sala los tres juntos y con dos padres perfeccionistas frente a mi, mirándome seriamente mientras sostenían mi historial clínico entre sus manos, solo comenzaron a hablar...

-Lili, linda... Sabes por qué nos mudamos, ¿Cierto? -me comentaba mamá, mientras acariciaba mi mano con delicadeza.

Me limité a negar con la cabeza y prestar atención a lo que papá tenía por decir, pues hasta ese momento, solo creía que el cambio era por alguna nueva oferta laboral para mamá.

-Nos fuimos de Tailandia, por qué esperábamos que te sintieras lo suficientemente cómoda para ser tú misma. Solamente queremos lo mejor para ti, y lo mejor no es tener visitas al médico cada semana por transtornos alimenticios. -dijo sacudiendo la carpeta en sus manos.

Y aquí viene de nuevo.

-Esperamos que estando en otro... Lugar, te sientas más... Cómoda, libre y... Hagas lo que te apasiona pero, con precaución.

Creo que notaron mi confusión al mostrar mi ceño fruncido y una ceja arqueada. Por lo cual, recibieron mi completa atención y ésta vez, fue mamá la que se aventuró a hablar.

-Cielo, tal vez sea un poco apresurado pero... Ya te inscribimos a una nueva escuela -con una sonrisa nerviosa y sus manos juntas trataba de descifrar lo que pasaba por mi cabeza en ese momento.- no es como cualquier escuela, en realidad, es la mejor escuela de Seúl; estarás ahí toda la semana, de lunes a viernes, los sábados podrás salir y estar en casa, regresaras a la escuela los domingos al terminar el día.

Mi cara se relajó un poco y con aquella información, solo me acomodé en mi asiento y me atreví a preguntar...

-¿Es un internado?

-Oh no, linda, no lo veas de esa manera -agitaba sus manos frente a mi, en forma de negación.- es una escuela simplemente.

-¡Mamá! Es un internado, no es una escuela cualquiera -creo que en este punto mi cabeza daba vueltas y solo quería terminar ésta estúpida conversación.- en una escuela cualquiera no te tienen encerrada todos los días.

-Solo 5.

-¿Que? -giré a mirar a papá.

-Que solo son 5 días, y los otros 2, bueno... 1 y medio, los pasarás en casa -por fin se levantó y tomó con seriedad el asunto.- no queríamos hacerlo de ésta manera, pero es por tu bien, te sentirás mejor en un lugar así... A demás, cabe aclarar, que... No es pregunta, la inscripción está hecha, mañana iremos a entregar los últimos papeles y a que te instales.

-Genial... -rodé los ojos, hice una mueca de disgusto, caminé apresurada a mí habitación y dí el cerrón a la puerta.

Tal vez no sea tan malo...

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