CAPÍTULO 80: Complot

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Y se convirtió...

Salomé no pegó un ojo en toda la noche por culpa de esa última pregunta que le hacía su mente. No dejaba de pensar en Jimmy y en lo que él estaba sintiendo o pensaba de ella; tanto que, ni sueño le dio y se levantó de la cama primero que él como si hubiera dormido doce horas seguidas, con una energía inigualable.

Él se quedó en la cama un tiempo mientras ella se duchaba, y cuando salió lo encontró sentado en la cama, mirando hacia el baño, esperándola.

—Hola —lo saludó sonriente y caminó hacia él para darle un beso en los labios.

—Buenos días —respondió él correspondiendo a su beso.

Al parecer había pasado buena noche porque se veía de buen humor, y se levantó enseguida para meterse a la ducha.

—¿Nos vamos juntos hoy?

—Sí —contestó él desde el baño.

—Te espero en el comedor.

Salió del cuarto, envuelta en una bata blanca, y cuando llegó al suyo, se encontró con que no había nadie.

La gemela con poderes psíquicos ya se había marchado junto con Paul, y ni siquiera supo a qué hora.

Aprovechó también para ir a buscar a la otra hermana, pero tampoco estaba; tal vez se habían ido juntas, y se fue a su cuarto para vestirse; en un rato les haría una llamada.

La cama estaba perfectamente tendida, y los tres peluches yacían acomodados sobre el sillón; quizás se habían ido esa misma noche.

Por muy locas y atrevidas que fueran las gemelas, sabía que Paul si tenía modales y no iba a ponerse a follar con Saray en su cama; eso sería una falta de respeto, y agradeció que la gemela se hubiera liado con él.

Se puso un enterizo azul oscuro de mangas largas, y se hizo una trenza en el cabello; maquilló su rostro apenas con un toque de polvos y un labial claro, antes de bajar a desayunar.

Después de llevar un mes comiendo las preparaciones de Kenia, ya se había acostumbrado a esos alimentos y ahora le parecían ricos, aunque el sabor de las preparaciones de Anita, todavía lo tenía grabado en cada papila gustativa de su lengua.

Al parecer Jimmy también, pero a él le dolía más, porque en cuanto bajó ya listo, se acomodó en su silla y la empleada le llevó el desayuno a la mesa, miró el plato con tristeza y agarró la cuchara con desgana, empezando a comer sin hacer caras de placer como antes.

Lo contempló comiendo mientras ella misma acababa su desayuno, y se percató de que, aunque a ratos Jimmy parecía volver de la depresión, eran muy cortos los momentos en que estaba "bien", porque su mirada seguía revelando una tristeza profunda...

¿Cuándo iba a volver a ser el mismo de antes?

Eso se lo preguntaba siempre, pero si ni siquiera ella lo había conseguido aún, no podía esperar que para él fuera más rápido el proceso...

Terminaron de desayunar, y como siempre, lavaron juntos sus platos. Kenia no hacía más que mirarlos como si tuvieran cuatro ojos en vez de dos; todavía no le cabía en la cabeza que ellos hicieran sus propios deberes, si eran los reyes de la mansión, personas importantísimas en el mundo y su admiración hacia ellos crecía cada vez más.

Llegaron juntos a C.M.L. porque tenían una reunión con el gerente de la sede de Madrid, que iba a darles unos informes. Pasaron primero por el cubículo de Dana y al verla, la secretaria de Jimmy palideció de inmediato y tartamudeó:

—A-aquí t-t-tiene, señor.

Eso le pareció extraño a Salomé y la miró con sospecha, mientras ella intentaba esquivar su mirada a toda costa.

Selenelion (Sol y Luna)Where stories live. Discover now