CAPÍTULO 84: La tortura

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Se dio la vuelta rápidamente y sacó la silla tras su escritorio.

—Siéntate, ahora te atenderé como el rey que eres.

Jimmy la miró entrecerrando los ojos con sospecha.

Estaba seguro de que esa mujercita planeaba algo en su contra; tanta amabilidad en un castigo no parecía normal después de lo último que le había hecho; sin embargo, obedeció porque no quería que le fuera peor, y se acercó, sentándose en la silla que ella había apartado para él.

Luego la vio dar la vuelta y arrastrar la otra silla para ponerla a su lado y sentarse ahí.

—¿Piensas darme la comida como a un bebito?

—Así es —afirmó sonriente—. Destapa el plato y mira la delicia que hay dentro.

Jimmy quitó la tapa y arrugó la frente, al ver que el plato contenía un montón de ahuyama con lo que parecía ser carne picada.

Eso no se veía nada bien, y emitió una arcada por la forma asquerosa en la que lucía el platillo.

—¿Vas a obligarme a comer eso?

—No, guapo, no voy a obligarte.

—No tengo apetito, ¿entonces puedo irme?

—Si quieres marcharte, puedes hacerlo, pero... este plato de comida es tu pase directo a mi cuerpo.

Jimmy se quedó taciturno y desconcertado al escucharla...

«¿Cómo que el pase a su cuerpo?»

Salomé estaba loca y cada vez lo comprendía con mayor facilidad. Nunca iba a poder descifrarla por completo...

—No lo entiendo.

—Ok, entonces te explico... —dijo empezando a acariciarle el cabello de la nuca, justo en su zona sensible—. Por cada cucharada que te comas, tendrás acceso a una parte de mi cuerpo, la cual podrás disfrutar esta noche, en casa.

No podía ser cierto lo que ella estaba diciendo...

Se había convencido de que luego de la tortura, iba a poder desquitarse y devorarla a su antojo... Atormentarla con orgasmos múltiples hasta que no pudiera resistir uno más, pero ahora ella estaba diciendo que iba a tener que comerse lo que más odiaba, con tal de tener tan solo una parte de ella.

—¿Y cómo se distribuyen las partes? —se atrevió a preguntar.

El plato era bastante grande y era obvio que tendría que comérselo todo para poder disfrutarla a ella toda, completa para él.

—Bien, como aún no ha terminado el castigo y sé que eres muy listo, está prohibido consumir cucharadas muy grandes, por eso te traje esta cuchara pequeña —dijo enseñándole una cucharilla diminuta, como para un bebé de un año—. Aunque mejor yo misma serviré las cucharadas y tú solo las recibirás, además está prohibido utilizar las manos o intentar seducirme. —Eso último lo dijo fulminándolo con la mirada, y se sintió orgulloso de saber que era fácil para él conseguir controlarla con la seducción, y por eso se lo advertía—. Yo elijo la parte del cuerpo que corresponde a cada cucharada, ¿de acuerdo?

—No, no estoy de acuerdo, pero no sirve de nada negarme, así que...

—Exacto, es inútil. —Empezó a servir la primera cucharada y Jimmy miraba el plato haciendo un mohín—. Abre la boca, por la frente.

—¿La frente? —cuestionó incrédulo de que ella le hiciera comer eso por semejante parte del cuerpo tan sencilla, pero se arrepintió cuando en ese mismo instante le miró esa zona cubierta por algunos mechones de pelo sueltos, queriendo besársela, y no podía...

Selenelion (Sol y Luna)Where stories live. Discover now