14. AMOR

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Paulo estaba en la oficina ordenando las boletas de impuestos y otros servicios que había pagado a través del home banking cuando escuchó el sonido del llamador de ángeles colocado en la puesta principal del negocio. Salió de la oficina para ir hacia el local cuando se dio cuenta que la persona que había ingresado era su padre. Habían quedado que éste último pasaría por el local para ayudarle con el arreglo del par de aros y el prendedor que pertenecieron a Beatrice y a su abuela Lina.

A la hora del mediodía decidieron cerrar el local para poder trabajar más tranquilos y concentrarse en la labor a desempeñar.

—Todas las herramientas para reponer las piedras preciosas que faltan en los engarces están en el cuarto del entrepiso. Seguro que allí en la pequeña caja fuerte es donde las encontraremos, ya que tu abuelo era muy previsor para estos casos. —dijo el padre mientras se dirigían por la escalera al lugar indicado.

El cuarto estaba un poco descuidado ya que hacía mucho tiempo que no se abría, tenía un poco de olor a humedad pero que se solucionaba en parte abriendo el gran ventanal que tenía para que entrara aire fresco y la luz del sol.

—Voy a buscar las herramientas necesarios para esos arreglos y te enseño como se hace. ¿Te parece bien? — preguntó el padre.

—Me parece perfecto — contestó Paulo mientras abría la caja fuerte tomando la pequeña caja que contenía los aros y el prendedor.

El padre de Paulo recorrió el recinto llevando todas las herramientas a la mesa ubicada contra el gran ventanal. Sería una ventaja trabajar con la luz natural.

—Bien...- comenzó el padre tomando uno de los aros que necesitaba la reparación —Éste engarce solo necesita un poco de ajuste. Tiene que utilizar esta pinza y trabajar la joya de está forma para que no se arruine o pueda romperse.

—Paulo tomó la pinza indicada por su padre para asegurar todos los engarces de zafiros rosas que formaban parte de esos hermosos aros en forma de flor.

Estuvieron los dos trabajando conjuntamete para dejar los aros como nuevos. Aprovecharon para hacer la limpieza correspondiente. Una vez finalizada la tarea habían quedado realmente bellos. Los colocaron en una caja nueva de terciopelo de color rosa pálido, que por casualidad había quedado guardada en uno de los cajones y que estaba sin usar.

—Quedaron realmente bellos papá —exclamó Paulo mientras los observada con detenimiento. Realmente la forma de la flor está muy bien lograda.

—Sí hijo. Fue un trabajo realizado por un joyero muy hábil y con mucho conocimiento de las piedras, porque ésa justamente es muy dificil de cortar para que quedase tan bien fascetada y refleje la luz del sol dándole vida a los zafiros.

—Ahora le voy a agregar la flor al prendedor para que haga juego con los aros. Voy a buscar el diseño que hice para agregarle y vuelvo.

Paulo bajó rápidamente por las escaleras hasta la oficina, sobre la mesa de trabajo estaban los bocetos que había hecho durante la noche anterior imaginando cómo sería el diseño de la flor que más se adaptara al prendedor.

—Mira papá hice varios bocetos, dime cuál te gusta más o cuál es el que mejor quedaría en ese prendedor.

—Pues para mí, éste, el segundo. Creo que es el más delicado de todos. Estoy seguro que va a ir perfecto. Entonces lo primero que tenemos que hacer es encontrar el molde adecuado para hacer la base sobre la cual iremos tallando la pequeña flor según tu diseño.

—¿Y cómo haremos eso papá?

—Pues bien...—dijo mientras abría un cajón ubicado a la derecha de donde se encontraban ubicados. Sacó del mismo una tela que abrió cuidadosamente. — Con todas estas herramientas. No te precupes que yo te enseñaréa a usarlas.

EL ANTICUARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora