Capítulo 1

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Helaena miraba horrorizada a su hermano Aemond, sentía la bilis subir por su garganta pero contuvo las ganas de vomitar mientras un sonido sordo se hacía cada vez más fuerte a medida que los gritos de su hermano se mezclaban con los de su madre quien se movía histérica indicándole a Ser Harrold Westerling y Ser Criston Cole que llevarán a su hijo con el Maestre. Ella nunca había visto tanta sangre en su vida, y ver el rostro mutilado de su hermano menor mientras ponía su mano en su ojo gritando de dolor la hizo palidecer.

No supo cómo lo hizo, sus pies simplemente actuaron por si solos y se movieron siguiendo a su madre hasta el gran salón mientras los gritos de Aemond eran cada vez más fuertes llamando la atención de todas las personas en la Fortaleza de Driftmark. ¿Quién le había hecho eso a su hermano? ¿Quién o quiénes podían ser tan crueles y sanguinarios? Se obligó a mirar con atención su rostro, en busca de alguna señal de que Aemond se pondría mejor, pero sólo podía ver sangre por todas partes. Daliah, la criada de su madre, intentó tomarla de la mano, pero Helaena la rechazó rápidamente.

– Me lleva la mierda – dijo Aegon cuando apareció en la habitación parándose detrás de ella. Sus ojos se posicionaron en su hermano quien era sentado en una silla cercana a la chimenea – ¿Qué carajos le pasó en la cara?

– ¡¿Dónde está el Maestre?! – gritaba su madre una y otra vez mientras intentaba dejar de llorar. Los quejidos de Aemond volvían a llenar la habitación.

– ¿Dónde está el Rey cuando se lo necesita? – murmuró Ser Criston mientras sostenía con fuerza al príncipe Jacaerys y al príncipe Lucerys.

Helaena posó sus ojos en sus sobrinos. Nunca los había observado con detenimiento antes, no eran cercanos a pesar de que vivieron bastantes años juntos en la Fortaleza Roja, esto era especialmente porque a la Reina Alicent no le agradaba la idea de que su hija se juntara con niños que consideraba inferiores a su posición aunque ella no tenía nada en contra de ellos. Pero siempre hacía lo que decía su madre. Hace poco la familia de su hermana se había ido a Dragonstone lo que había hecho que tuviera aún menos contacto con ellos y solo los había vuelto a ver por el funeral de Laena Velaryon.

Pero ahí estaban ahora, llenos de sangre en sus rostros y manos mientras gritaban que los soltaran. Lucerys tenía su nariz rota y en su mano una daga llena de sangre. De la sangre de Aemond. Helaena dio un paso hacia atrás al ver eso y chocó su espalda con el pecho de su hermano mayor quien la sujetó por los hombros al notar la conmoción en la chica. ¿Qué era lo que habían hecho? ¿Qué habían hecho con su querido hermano? ¿A caso su madre tenía razón y esos chicos no eran más que unos salvajes sin escrúpulos?

Ser Arryk sostenía a sus primas Baela y Rhaena quienes gritaban que las soltaran o se las verían con su padre pero la Reina dio la orden de no soltarlas. Rhaena lloraba y maldecía a Aemond una y otra vez gritando que le había robado el dragón de su madre. Entonces Helaena lo supo.

Tendrás que cerrar un ojo.

Esa era la visión que había llegado a ella cuando su madre y Aemond hablaron sobre un dragón. Sabía que el precio que su hermano debía pagar por un dragón propio sería cerrar un ojo para siempre, pero nunca pensó que fuera literal. Sus visiones habían empezado hace poco, al inicio no las entendía y cuando habló con su septa de eso le dijo que no era más que su imaginación dejándose llevar. Ella pensó que quizás era algo más poético, una bendición de los Dioses, y nunca se había dado cuenta de que estas realmente se cumplirían al pie de la letra. No eran una bendición, eran una maldición. Su rostro palideció aún más y no pudo contener el vomito que rápidamente salió de su boca en dirección al suelo.

– ¡Princesa! – gritó Daliah mientras tomaba su cabello para evitar que este se ensuciara.

– Helaena – dijo Aegon con un tono de preocupación en su voz, pero no se acercó para ayudarla.

Scorpion | Jacaerys Velaryon x Helaena Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora