Scorpion | Jacaerys Velaryon x Helaena Targaryen

Capítulo 5

Un estúpido, había sido un completo estúpido al insultar a la familia de Helaena de esa forma. Claro, también era su familia, pero eso le importaba una mierda, nunca fue cercano a sus tíos. Quizás antes con Aegon cuando eran niños, pero después de entender que ambos eran muy diferentes se alejaron. Pero por un carajo, a pesar de que la familia de ella estaba compuesta básicamente por psicopatas narcisistas, eran su familia. Él mismo sabía que uno siempre debía defender a su familia aunque no siempre los tuvieras que entender.

¿Y ahora que haría? Helaena seguramente no querría volver a verlo en la vida. Tendría que ocurrir un milagro para que ella quisiera casarse con él o su abuelo tendría que arrastrarla hasta el altar y obligarla a pronunciar los votos matrimoniales para que ellos pudieran efectuar su enlace. Y aunque eso pasara, seguramente Helaena nunca le dirigiría la palabra.

Si en algún momento había esperado ganarse los afectos de ella había fracasado para siempre.

– ¿Qué carajo hiciste? – le preguntó Daemon cuando ingresó a la habitación.

Jace maldijo internamente. Lo último que quería en ese momento era ver a Daemon con su mirada dura, juzgándolo como si aún fuera un niño pequeño al cual podía regañar.

No iba a mentir. Daemon no le agradaba en un principio,  cuando se casó con su madre sintió que todo fue tan rápido que a penas lo pudo soportar. Ser Harwin estaba muerto, Ser Laenor estaba muerto, y su madre no esperaba ni un año para volver a enlazar su vida con un hombre nuevo. Y no era cualquier hombre. Daemon Targaryen era un hombre tosco, irónico a veces, y trataba con rudeza a todos.

Pero con el paso del tiempo las cosas fueron cambiando. Jace agradeció que su familia creciera. Ya no sólo tenían a Luke y Joff como hermanos, sino que aceptó a Baela y Rhaena como sus hermanas en su corazón, uniéndose aún más a la primera al compartir la pena por sus progenitores muertos, mientras que con Rhaena la unidad fue por su espíritu gentil. Luego llegó Aegon y poco tiempo después Viserys, quienes llegaron a llenar de amor ese hogar.

Y Jace aprendió a comprender a Daemon. Aprendió por qué siempre se mostraba con una coraza ante todos, aprendió el por qué era tan importante mantener las tradiciones de la casa Targaryen, y aprendió a cómo enfrentarse al mundo en parte gracias a él.

– No he hecho nada – dijo a la defensiva.

– Tú madre dice que la niña rara ya no quiere hablarte – dijo sentándose frente a él.

– No la llames así – dijo Jace de mala gana.

– La defiendes, sin duda es el amor – habló con ironía – Sería bueno que muestres un poco de esas pasiones frente a ella en lugar de insultar a toda su familia en su presencia.

Jace lo miró mal.

– Hey, no estoy diciendo que seas hipócrita, soy el primero en considerar a Otto Hightower un cabrón de primera, a su hija como una golfa y sus nietos como unos idiotas. Pero las damas como Helaena suelen tener otras sensibilidades cuando se trata de su familia, aunque sepan como son – le dijo Daemon mirándolo con seriedad – Quizás sea bueno que hagas algo por ella.

– Gracias Daemon, no lo había pensado – dijo con ironía – He pasado pensando todos estos putos años como ganármela y a la primera oportunidad la cago.

Daemon hizo un silencio.

– Ambos saben que igualmente se tendrán que casar – murmuró el hombre – Lo lamento pero así es, es el deber que todos en esta puta familia tenemos que cumplir. El amor y la pasión son secundarios, los puedes encontrar en cualquier lugar. Pero Helaena es tu carta para mantener la sangre Valyria pura, y para evitar que ese cabrón borracho que tiene por hermano quiera tomar lo que es de tu madre y por ende tuyo.