Capítulo 2

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El príncipe Jacaerys Velaryon sabía tres cosas con certeza desde que era un niño: algún día sería el Rey de los Siete Reinos, se casaría Helaena Targaryen y su padre no era quien le habían dicho. A su corta edad Jace, como lo llamaban sus cercanos, descubrió la obvia verdad de quien era realmente su padre. Harwin Strong, el espada juramentada de su madre era mucho más similar a él y a sus hermanos que Ser Laenor Velaryon, el esposo de la princesa Rhaenyra. Sin embargo, esto no había hecho que Jace tuviera que sufrir las penas de los Siete Infiernos. Siempre fue reconocido como un príncipe, y no como uno cualquiera, sino como el sucesor de su madre para sentarse en el Trono de Hierro. Pero esta posición trajo otras complicaciones al joven príncipe. Los susurros se escuchaban cuando pasaba por algún lugar, la gente se lo quedaba observando y había escuchado la palabra bastardo innumerables veces.

La corona, el legado de la casa Targaryen y los Siete Reinos recaerían en él tarde o temprano. Y si era sincero consigo mismo, eso lo aterraba. Rogaba día y noche porque su abuelo siguiera respirando, y también rogaba porque el inminente reinado de su madre fuera largo. Así él tendría bastante tiempo para prepararse, podría aprender, podría estar listo. Porque su mayor miedo siempre había sido ser un mal Rey, no ser un digno sucedor de Aegon el Conquistador. Pero es que también cómo podían pretender su madre y su abuelo que él, que quien era simplemente Jace, fuera un Rey en algún momento. Ni siquiera en su mente cabía esa idea, pero sabía que el reloj avanzaba con rápidez, y el día en el que tuviera que tomar un papel real para el Reino se acercaba.

Sin Harwin Strong a su lado, sin su verdadero padre, ¿cómo lograría prepararse? ¿Cómo podría ser un buen guerrero? ¿Quién le enseñaría sobre el honor, sobre las batallas, sobre la vida? Amaba a su madre, pero no era lo mismo, y Ser Laenor estaba ahí pero a la vez no estaba. Era complicado.

Observó el barco que zarpaba desde Driftmark trasladando al Rey, la Reina y tres de sus hijos y suspiró pesadamente. Entrecerró sus ojos, intentando enfocar su mirada para ver si veía a Helaena con la carta que le había escrito, pero no lo logró, estaba muy lejos ya.


– ¿Crees que ella estaba enojada conmigo? – preguntó a su madre.

Rhaenyra lo miró curiosa, sin entender de qué hablaba el mayor de sus hijos.

– La princesa Helaena – le aclaró Jace.

– Oh – fue lo único que pudo decir la mujer, reprimiendo una sonrisa al ver a su hijo notoriamente preocupado mientras miraba el barco en el que iba su prometida – No lo creo, Jace. Solo debe estar consternada por lo que le ha pasado a tu tío Aemond.

Jace se volteó a mirarla con un claro terror en sus ojos.

– ¿Y si ella cree que lo hicimos de manera intencional? ¿Y si me odia por eso? – la voz del niño de 11 onomásticos se rompió un poco – Te juro que no queríamos hacerlo, él atacó a Baela y luego me atacó a mi y a Luke. Nos dijo cosas horribles.

– Te creo, Jace – le dijo ella pasando su mano por su cabello en un intento por calmarlo – Estoy segura que ella también lo sabe, además leerá tu nota y todo irá bien. ¿Qué le escribiste por cierto?

Las mejillas del niño se volvieron de un tono rojizo y Rhaenyra tuvo que evitar sonreir ante eso. Le parecía dulce que Jacaerys se pusiera así de nervioso al estar ya compromedito, y la verdad ella pensaba que sería una buena unión. Pero sabía que no podía dejar que Jace fuera ese niño dulce e ingenuo siempre, tenía que darle un golpe de realidad si quería que creciera como un hombre listo para ser Rey. Y ella sabía que el hecho de que su matrimonio con Helaena funcionara era muy importante. Observó a lo lejos a su tío Daemon, quien también la estaba mirando, algo debía hacer.

Scorpion | Jacaerys Velaryon x Helaena Targaryen Where stories live. Discover now