Un martes terribl-ed (Pt.2) - Cap 7

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Doble D estaba sentado en una de las bancas que se encontraban en la entrada del colegio, mirando el suelo distraídamente mientras esperaba por Kevin. La verdad era que el peli-naranjo lo había estado observando desde hace un buen rato, solo que no se atrevía a acercarse aún, se sentía avergonzado.

Kevin suspiró y empezó a caminar hacia Doble D, quien estaba completamente estático. Sus ojos estaban abiertos como platos y estaba haciendo un esfuerzo inimaginable para no temblar del susto.

Kevin —Hol- —Antes de que Kevin pudiese terminar la frase se dió cuenta de lo aguda y ahogada que había sonado su voz debido al nerviosismo. Sus mejillas se enrojecieron un poco y volvió a hablar —¡Ejem!... Hola, jaja.

Doble D se vio algo confundido ante el repentino nerviosismo de Kevin, sin embargo solo soltó una suave risita y respondió al saludo.

Doble D —Saludos, Kevin.

Ahora sonrió, una sonrisa dulce y contagiosa que provocó un salto en el corazón del peli-naranjo.

Kevin —¡B-bueno! Supongo que nos vamos ¿No? Guía el camino, Doble D.

Doble D —Si es estás listo, entonces vamos. Síganme los buenos.

El de gorro empezó a caminar hacia el exterior de la escuela con una sonrisa y Kevin tan solo se dedicó a seguirlo. Durante el camino a casa de Doble D, el contrario había permanecido mirando directamente al pelinegro, quien seguía mirando al frente mientras caminaba.

Kevin —«Es muy lindo...»

Doble D —«¿Por qué lleva tanto tiempo mirándome? Me está empezando a poner de los nervios.»

Cuando finalmente se encontraron frente a su destino, Doble D sacó sus llaves de su bolso y abrió el pestillo de la puerta, la cual una vez abierta le permitió a Kevin ver la casa de Doble D con claridad. Seguía exactamente igual que hace tantos años, la única diferencia era que había un par de pinturas y cuadros nuevos al rededor y que habían cambiado un par de cosas de lugar, fuera de eso era tal y como cuando eran unos niños.

Kevin —Con permiso —Dijo él, accediendo a la casa mientras miraba al rededor.

Ambos se dedicaban a subir las escaleras hacia el cuarto de Edd; al igual que la casa, su cuarto seguía casi exactamente igual. Una vez aquí Kevin decidió romper el silencio.

Kevin -Vaya, no ha cambiado nada.

Doble D -Sí... Supongo que mis gustos no han cambiado mucho con los años.

Él sonrió de una forma extremadamente dulce, tanto que podría ser llamada empalagosa si tan solo no fuera tan adorable como para no poder odiarla. Además de eso, esa linda sonrisita que mostraba esa encantadora separación en sus dientes era muy, y les digo, muy contagiosa, tanto que ni siquiera Kevin pudo evitar sonreír y sentir cómo su corazón latía fuertemente en su pecho. Este sentimiento de felicidad le hizo recordar lo que tenía para Edd.

Kevin -¡Oh, por cierto, te traje algo!

Metiendo su mano a su mochila empezó a buscar algo, Doble D tan solo lo miraba dudoso y con una notable pizca de curiosidad en su mirada mientras inclinaba un poco su cabeza. Finalmente Kevin saco una caja con un lazo.

Doble D —¡O-Oh! Que... Encantador de tu parte.

Sus mejillas se sonrojaron sutilmente, se veía alegre al recibir el inesperado regalo por parte del contrario quien tan solo sonreía, esperando a que lo abriera. Una vez abierta la caja, Edd abrió sus ojos con sorpresa y cuando terminó de analizar lo que contenía sonrió nuevamente. 

Doble D —¿Macarrones franceses?

Kevin asintió, rascando su nuca mientras hablaba con un tono lleno de orgullo, pero a la vez nerviosismo.

First Kiss (Kevedd)Where stories live. Discover now