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Después de su experiencia en el periodo Edo, Kagome Higurashi nunca pensó encontrar una amistad como aquellas que dejó atrás. Mientras se adaptaba a su vida en Inglaterra y en especial a su vida universitaria congenió de inmediato con Laura Acosta, con el tiempo terminaron compartiendo piso, carrera y especialidad, sobra decir que debido a su origen la española era mucho más temeraria que Kagome.

Aunque eran tan opuestas se entendían muy bien, quizá porque compartían las circunstancias, ambas eran extranjeras, compartían el mismo programa becario o tal vez porque tenían la capacidad de hacer amigos con facilidad. Con el pasar del tiempo el alto costo de vida en ese país empezó a mermar sus ahorros y se vieron en la necesidad de conseguir trabajos para costear gastos esenciales.

La española era consciente de sus atributos, pero aun más de los de su amiga y por ello le planteó la idea de buscar trabajo como modelos de manera ocasional, de este modo, gracias a su carisma y algunos contactos, logró que las tuvieran en cuenta para participar en importantes campañas publicitarias de exclusivas marcas de ropa, aquel ingreso adicional les permitió pagar el cómodo apartamento donde vivían y ahorrar algo de dinero. De verdad fue un respiro para ambas, pues ese ingreso les permitía tener más tiempo para su preparación profesional.

Si, en verdad eran muy bellas, demasiado para dedicarse a una profesión tan sacrificada como la medicina, pero era su vocación y aquel mundo banal del modelaje a diferencia de otras chicas, para ellas solo representaba un medio más para subsistir en aquella costosa ciudad cosmopolita.

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Habían llegado a su hogar luego de aquella aberrante situación con Hug Welch y Laura estaba desinfectando las laceraciones en la piel de su amiga, las que habían quedado en sus costados cuando el maldito le arrancó el sostén.

- Maldito infeliz, mira cómo te dejó la piel – mencionó Acosta – menos mal Stonen te defendió – continuó mientras seguía desinfectando.

- Esto es inverosímil – afirmó Kagome recordando tantas situaciones ocurridas en el Edo – no puedo creer que en pleno siglo XXI aún existan sujetos así.

- Ojalá no te quede cicatriz, la otra semana tenemos una sesión fotográfica y sabes que ese dinero no está demás.

- No creo, suelo recuperarme rápido de las heridas.

- Bien, esto ya está desinfectado, ahora, debo alistarme – manifestó sonriente la española cerrando el botiquín y dejando todo en su lugar.

- ¿No me piensas decir con quien estás saliendo?

Su pregunta fue totalmente ignorada por su amiga que se había ido a su habitación con una sonrisa torcida en los labios. Acosta algunas veces trataba de parecer una mojigata y ese papel definitivamente no le quedaba.

Kagome se reía internamente de sus ocurrencias, pues llevaba varias noches saliendo a quién sabe qué, acompañada de quien sabe quién y llegando tarde a casa, los días pasaban y estaba más sonriente que de costumbre, sabía perfectamente que traía algo entre manos y lo averiguaría, por eso, el final de una larga jornada de guardia en el hospital era el propicio para confrontarla, la encontró cambiándose y arreglándose de más, sin siquiera saludarla la interrogó:

- ¿Vas a decirme con quién estás saliendo? – preguntó Kagome con los brazos cruzados, sin embargo, Acosta no respondió - ¡Acosta! – insistió – la española la ignoró por completo.

- No te hagas la estúpida ¿con quién estás saliendo? – prosiguió la azabache - Recuerda que, tus éxitos son mis éxitos – aseguró acercándose hasta Laura quien llevaba puesto un sensual vestido negro ajustado – woow ¿qué tenemos hoy? ¿Cena o baile?

Indeleble: el sueño de su soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora