19

413 47 8
                                    

*** 19 ***

El alba se evaporaba con la luz del sol cuando despertó, estaba feliz no podía evitarlo, se sentía más realizada que nunca, por fin su familia conocería al amor de su vida, se levantó llena de una energía que incluso desconcertaría a su madre unas horas más tarde.

La señora Higurashi fue despertada por el ruido en la planta baja de su casa, se vistió deprisa para verificar cual era la situación que encontraría en su cocina, esperaba lo peor, pero fue sorprendida cuando encontró a su hija completamente arreglada e iniciando la preparación del desayuno y la casa reluciente de lo limpia.

A diferencia de los días anteriores desbordaba felicidad, su madre la mirada curiosa, sorprendida por el cambio en su actitud, no lograba entender cómo de la noche a la mañana su hija ahora sonreía ampliamente y su mirada apagada ahora resplandecía. Parecía una adolescente enamorada, como en aquellos tiempos cuando a sus tiernos quince años se enamoró de Inuyasha y luego este le rompió el corazón.

No fue sino hasta media mañana que la señora Higurashi entendió el por qué su hija estaba tan feliz y sonriente, hasta sonrojada como una colegial. Vio que su hija se dirigía a la puerta y parado frente a esta su familia se encontró con un alto, varonil y apuesto hombre extranjero con actitud seria que se presentó con un nombre occidental, sin embargo, ella ya sabía de quién se trataba porque Kagome le había contado de su verdadera identidad.

Su abuelo que no sabía aquello fue el primero en reaccionar, se acercó hasta aquel hombre, caminando a su alrededor e inspeccionándolo detenidamente, Kagome no sabía qué decir ni qué hacer ante la actitud de su abuelo, lo cierto es que el viejo sacerdote percibió de inmediato aquella aura poderosísima, él, que siempre salía con ridiculeces y nunca acertaba en los asuntos del templo se dio cuenta de inmediato que este hombre no era cualquier sujeto.

Sesshomaru lo observó atento, rodeando al viejo con su potente aura demoniaca y dejando que se diera cuenta de su potente y magnánimo youki.

- ¡Eres un demonio! - declaró el viejo y Kagome quería que la tierra se la tragara.

- ¡Abuelo! - lo reprendió su nieta - ¡compórtate por favor! - pero en el fondo ella se sentía sorprendida por la reacción de su abuelo.

- ¡Tomaste a mi nieta, demonio! - señalando un hecho evidente, el señor Higurashi se paró frente a Sesshomaru completamente cabreado - ¡Muéstrate! - gritó con autoridad. Sesshomaru solo pudo mostrar una sonrisa imperceptible, preguntándose ¿qué podría hacerle aquel viejo patético?

Pero, para sorpresa de todos e incluso de Kagome, el peligroso demonio no dijo ni refutó las palabras del anciano, ni siquiera se espabiló por su enojada actitud, simplemente se quitó el anillo que ocultaba su verdadera identidad y se mostró ante ellos como lo que era. El abuelo abrió los ojos mucho más, completamente sorprendido cuando sus facciones occidentales se convirtieron para dejar ver rasgos amenazantes, sus cabellos blancos como un ángel, las marcas de su milenario linaje aparecieron, los ojos ámbar más grandes de lo normal brillantes, fríos, la piel fantasmagórica y sus garras impresionantes.

Tomó a Kagome suavemente de la cintura y en un fluido japonés con su voz grave y autoritaria empezó a declarar su amor por la azabache.

- Señor Higurashi, señora Higurashi, Souta Kun. Mi nombre es Sesshomaru Taisho, conocí a Kagome hace quinientos años, la he amado y la he esperado por siglos y hoy vengo ante ustedes a pedir su mano.

Kagome que hasta hace un momento se sentía morir por la vergüenza quedó atónita ante tal declaración. Cada vez más le sorprendía su amado demonio.

La señora Higurashi solo pudo sonreírle muy feliz, al igual que Souta que se rascaba la cabeza impaciente por irse a sus clases matutinas del colegio, sin embargo, aquel sujeto que tomaba con posesión a su hermana se le hizo parecido a su héroe de infancia y no pudo ocultar la curiosidad, pero ya no era un niño así que con cautela esperó a que la situación diera respuesta a sus interrogantes.

Indeleble: el sueño de su soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora