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Cap. 28.

Absorto en sus pensamientos y escuchando el estridente ruido generado por las turbinas de su avión, Sesshomaru hilvanaba cada escenario según las posibles decisiones que tomara respecto a la inminente amenaza que representaba Naraku. La mejor decisión para garantizar la seguridad de su esposa y de su clan.

¿Cómo podría dispersar la oscuridad de su propio corazón?

Esa que cientos de años atrás vivió en su ser cuando el orgullo y el prejuicio lo dominaban y eran lo único importante en su vida.

¿Cómo podría presentarse ante sí mismo y solicitar su favor? ¿cómo decirle a su otro yo, que su vida cientos de años en el futuro estaría llena de satisfacción? y que el motivo de aquello no era el poder o la supremacía de su raza. Cómo decirle, manifestarle, que el idílico futuro en que vivía se estaba viendo amenazado por fuerzas extrañas pero conocidas por él.

Su gran intelecto y su raciocinio superior propio de un ser como él, se veían excedidos por aquellas preocupaciones, ante todo, por las incógnitas que Naraku dejaba a su paso y por la seguridad de su amada esposa, aquella mujer humana que había acabado con él, en el buen sentido de la palabra, porque había logrado amilanar casi que por completo su orgullo patético, la acumulación de odios, prejuicios y soberbia, conductas que en su momento consideró beneficiosas para la supremacía de la que creía hacer parte, pero que en realidad no significaban nada en el basto horizonte de lo que podía ser la vida en solitario de un daiyoukai como él.

Su llama gemela era mucho más valiosa que creencias absurdas, más preciada que el poder o la riqueza, porque sin ella su vida ya no tendría sentido, sin ella vagaría por el mundo siendo un ente vacío y sin corazón.

Perderla no era una opción para él, <nunca> susurró mientras se llevaba el último trago de sake y observaba las luces intermitentes de la isla y de la pista de aterrizaje soportando el último tramo del lento vuelo de la aeronave, porque, cómo no, había que guardar las apariencias cuando podría perfectamente convertirse en el poderoso daiyoukai que era y llegar en menos tiempo de lo que le tomaba viajando en aquel aparato. Irritado, la tripulación lo observaba con admiración, mientras intentaba mostrarse impenetrable, inquebrantable, pese a que en el fondo sus instintos estaban en alerta, aun sabiendo que su amada era acompañada por amigos y colegas de confianza mientras celebraban tardíamente su onomástico.

La lucecita intermitente de su móvil, lo interrumpió de sus pensamientos, mientras la aeronave aterrizaba, un mensaje de su madre y otro de Laura Acosta. La primera la informaba el resultado de las misiones en búsqueda de Naraku a las que se habían unido algunos pocos youkai de confianza y la segunda, le informaba sobre la ubicación de su esposa.

- No hubo resultados en la búsqueda. Te mantendré informado al respecto. Tal vez las visiones sean certeras – este fue el corto mensaje recibido por su madre.

Aquel escueto mensaje lo mantuvo mucho más pensativo aun, si Naraku no estaba en el futuro, entonces seguramente se encontraba en el pasado, tal y como la meidou se lo había mostrado a su madre, señalando claramente entre destellos de luz, la figura rupestre de aquel viejo y raído lugar que cientos de años atrás servía para tirar los restos de miles de yokais. Aquella imagen palpitaba y refulgía como una señal. Ese era el medio a través del cual su mujer, Inuyasha y ahora Naraku viajaban en el tiempo, el pasaje que usó en su momento su amada para llegar a su vida, él lo sabía, ella se lo había contado, lo que no contaban era que este mismo objeto lograra transportar un ser tan siniestro como el detestable hibrido. Necesitaba saber su paradero para hacerle frente de una buena vez sin piedad.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Indeleble: el sueño de su soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora