Capítulo 3

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—Perdón, señor Lee —murmuró aquel médico con una rigidez llamativa.


Cada palabra sonó áspera, como si fuera dicha de dientes para afuera sin sentirlo realmente, señal de su disconformidad.


—¿Cómo dijo?—preguntó Donghae ladeando la cabeza, fingiendo agudizar su oído-. No logré escuchar bien.


Había escuchado las disculpas perfectamente, pero aprovecharía esta oportunidad para poner a este tipo en su lugar. ¿Quién se había creído ese medicucho para tratarlo mal? A Donghae nadie lo llamaba maleducado. ¡Sobre todo este chico que de seguro fue a una universidad pública! ¿Qué sabía de educación él? Donghae fue a la universidad más prestigiosa de Corea del Sur. También hizo un posgrado en el exterior. Indudablemente era el más educado en todo aquel hospital.


—Dije... Perdón, señor Lee —repitió a regañadientes aquel médico. 


Donghae notaba la molestia creciente en cada palabra. Y encontró en su cara de disgusto mal disimulado un poco de regocijo. 


—No estoy viendo que te inclines. Deberías inclinar la cabeza cuando ofreces perdón—sugirió él de forma casual—. ¿Tus padres no te enseñaron así?    


Ahora sí lo había molestado en serio. Casi lo escuchó gruñir. La habitación era un silencio sepulcral a pesar de haber varias personas en ella. El paciente con el que compartía la habitación estaba mudo de la impresión, presenciando todo. El director del hospital al que Donghae veía de forma esporádica estaba aun lado del médico que se disculpaba, esbozando una sonrisa protocolar, tratando de complacerlo. El otro médico que se presentó como el jefe de residentes estaba situado más atrás y parecía consternado por la situación. Éste le observaba con asombro, pero Donghae no iba a retractarse.  


—Eunhyuk —llamó el director tranquilamente—. El señor Lee tiene razón. Debes inclinarte para que tus disculpas sean sinceras.

—¡No lo puedo creer! —masculló el tal Eunhyuk.


Y una sonrisa enorme cruzó el rostro de Donghae mientras los ojos agudos del director fulminaron al médico más joven. ¿Así que todo estaba en sus manos? ¿Donghae podía pedir cualquier cosa y el director estaría de acuerdo? Al parecer, el éste no tenía ánimos por salvaguardar la dignidad de sus subordinados. 

Donghae estaba tratando de recordar el nombre del director, pero nada le venía a la mente. No es que lo conociera como un contacto habitual. En realidad trataba con él pocas veces al año y recalcando que su tiempo era valioso, por eso las reuniones eran breves. A decir verdad no es que no tuviese tiempo. A veces Donghae tenía tiempo de sobra, pero no le gustaba el bullicio del hospital público, razón por la cual prefería llegar, hacer lo requerido e irse inmediatamente. 

Nunca pensó que algún día despertaría internado allí. Él hacía donaciones habituales al hospital público, pero por razones puramente caritativas. No tenía ningún interés de usar aquellos servicios. Es decir, él tenía su servicio de cobertura de salud privado donde le brindaban lo mejor de lo mejor. 

En una ocasión se internó para una cirugía ambulatoria de extracción de amígdalas. La habitación que le asignaron era individual. Había un televisor, aire acondicionado, acceso a wifi e incluso un teléfono. En el hospital público le tocó habitación compartida. Ni hablar del televisor o del aire acondicionado. Lo peor de todo es que no tenía su billetera consigo. Allí estaban su identificación y su tarjeta de afiliado de cobertura médica privada entre otras cosas

El hijo de la empresariaWhere stories live. Discover now