El simio de los pensamientos nefastos

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2.
Estaba frontandola con un paño húmedo para sacarle el polvo. Odiaba el polvo. Principalmente porque le daba alergia. Era muy alérgico a todo tipo de cosas. Como el polvo, el polen, el chocolate y las personas que trabajaban en centros públicos de papeleo. Cómo odiaba los trámites legales, lo odiaba mucho, lo odiaban tanto que de pensar en eso fugazmente la lámpara se le resbaló de las manos y se estrelló contra las baldosas de la casita de piscina en la que Jerry lo dejaba quedarse luego de haber huido de casa hace 2 años.
Miró el suelo. Estaba todo cubierto de un líquido viscoso rojo. Y también sus zapatos. Y lo primero que pensó lo dijo en voz alta:
"Estoy tan jodido".
Entonces, de la frustración empezó a llorar. No sabía qué iba a hacer con su vida. Estaba viviendo arrimado en la propiedad de su amigo adinerado al que le debía más de lo que podría ganar nunca y ahora su preciosa lampara de lava estaba rota.
"Ni siquiera pude prenderla todavía. Desearía retroceder el tiempo a antes de que todo esto pasara".
Y de pronto, parpadeó, y se encontraba perdido en sus pensamientos frotando la lámpara. La tenía en sus manos y no estaba rota. Cuando se dio cuenta de lo que había pasado, dio un brinco del susto y la lámpara se cayó al suelo, rompiéndose otra vez; dejando todo el líquido rojo derramarse en todas direcciones.
"Deja vú" pronunció, parpadeando sorprendido con su único ojo.

Súbitamente, el líquido empezó filtrarse por entre las baldosas del suelo, como si estuviera vivo, y se perdió de vista. Fuera lo que fuese esa cosa. No era una lámpara de lava normal.
"¿Qué coño acaba de pasar?"
Jerry estaba detrás de él con el ceño fruncido y la comida de Henry puesta en una bandeja.
"Viejo, no tienes idea de lo que acaba de pasar. Tuve un error en la realidad o algo así, yo... no entiendo qué pasó"
"Que ensuciaste el piso, Henry. Eres un descuidado". Jerry fue por la escoba y barrió todos los trozos de cristal esparcidos por el suelo "te dejo solo y ya haces desorden. Amigo, que bueno que fue la lámpara, porque si hubiera sido otra cosas y mis padres se enteraran no te querrían aquí ni un día más".
"Creí que le caía bien a tus padres".
Jerry miró a Henry largamente, no le dijo nada por... un tiempo bastante largo. Sin previo aviso lo abrazó para indicarle que todo estaba bien(y como método distractor) y se marchó tan rápido como un avestruz apurada. Su casa quedaba a unos cuantos metros cruzando la propiedad de los padres de Jerry.
Henry suspiró, supo de inmediato que su amigo tenía que decirle algo pero no tuvo valor para soltarlo. Si había un defecto en medio de la perfección que rodeaba a Jerry, ese debía ser su incapacidad para decir las cosas claras. Cuando Jerry no le decía las cosas; en el fondo de Henry nacía un incómodo sentimiento de ansiedad, este sentimiento ponía en funcionamiento a lo que le gustaba llamar "el simio de los pensamientos nefastos". Cuando el simio trabajaba, Henry de inmediato  pensaba en sí mismo siendo un estorbo, un parásito y otras cuantas groserías.
Hacer eso, activar al simio lo lastimaba. Y esta herida, lo hacía sentirse resentido también.
"Desearía que siempre me dijeran la verdad. Así no tendría que pensar siempre lo peor, porque sabría lo que ocurre"
Entonces  se comió su cena, jugó videojuegos y se fue a dormir sin cepillarse los dientes, porque olvidó dónde tenía el cepillo.
Poco sabía él que al día siguiente pasarían cosas extrañas.

Nota: puede que esta historia vaya saliendo más rápido que las anteriores. Lo que implica mis actualizaciones sean más erráticas que en mis otras obras.
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