Capítulo 21: Otra vida para mí

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—¿Qué es lo que pasa? —Me preguntó Rafael por el retrovisor mientras conducía— No ha hablado nada durante el camino... aunque no me extraña. Desde pequeña fue la más callada de todas... —formó una sonrisa que me asqueó.

—Solo me ahorraba de decir las palabrotas que todos se merecían —respondí cortantemente.

Él hizo una mueca.

—¿Acaso eso le enseñó su madre? ¿Qué haría ella si la viera ahora?

—Llamaría a la policía al ver como el sirviente al que le tenía más confianza secuestra a su hija menor porque es un...

—¡Eh! —exclamó haciéndome callar.

Hice la mirada hacia el lado y seguí callada durante todo el camino. Había conducido alrededor de veinte minutos y ya estaba comenzando a desorientarme. No conocía a donde quería ir ni por dónde. No podía decir nada a la grabadora porque no aportaría, pero al menos estaba segura que Gabriel aún estaba escuchándome en caso de cualquier cosa.

Estaba mirando a uno de los hombres que estaba frente a mí cuando de pronto la camioneta frenó haciendo que me viniera encima d él.

Me tomó de los brazos y con brusquedad me hizo hacia atrás.

—Podrías ser un poco más amable —regañé y lo miré enojada. Él guardó silencio y se acomodó el traje que llevaba. Era realmente irritante verlo tan calmado cuando cometía un crimen como este.

Miré hacia al frente y pude ver que todo era camino de tierra. Ya nos habíamos salido de la carretera.

—Ya no estamos en la carretera... ¿dónde estamos? —hablé fuerte para que Gabriel escuchara la información, además a la vez preguntarle a Rafael.

Él se bajó de la camioneta, dio la vuelta y al abrir la puerta en la parte de atrás me tomó del brazo y me jaló fuera.

—¿Crees que te diría? —murmuró con una sonrisa mientras me miraba. Nunca antes había visto una sonrisa tan hipócrita, ni siquiera cuando yo las hacía.

Tensé la mandíbula y lo hice hacia atrás, no quería que me tocara.

—No seas violenta —dijo y levantó ambas manos— no te he hecho nada...

—No confío en ti

Él alzó los hombros y dio media vuelta.

—Sígueme.

Ya que no tenía otra opción tuve que hacerlo.

Lo hombres que estaban conmigo venían detrás de nosotros, aunque no se acercaban en ningún momento.

Rafael nos hizo caminar por un sendero hasta llegar a un extraño edificio. Este no se veía para nada abandonado y era enorme. ¿Cómo podía haber una infraestructura de tal tamaño y bien conservada en un lugar tan apartado como este? ¿Acaso él la tenía desde antes para este motivo?

Caminé con mucha desconfianza hasta la puerta principal. Ahí Rafael se detuvo y se giró para verme.

—¿Ha estado usted en este lugar antes? —me preguntó con suma calma.

Yo fruncí el ceño y negué con la cabeza. ¿Acaso debía de haber estado en este lugar antes?

—Pues no me sorprende —alzó el mentón con superioridad y juntó sus manos— usted no ha reclamado nada después de la muerte de su padre, solo desapareció.

¿Acaso este lugar tenía algo que ver con mi padre? Nunca le escuché decir algo sobre este lugar. Si se dedicaba a los lugares bien poblados y que la gente tuviese en consideración, por eso era de extrañar que este lugar le perteneciese a él.

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