Capítulo 22: Un vacío en mi vida

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Cada metro que recorríamos en el auto era eterno. Quería llegar a la farmacia y a la vez no. ¿Quería realmente hacerme ese test que me marcaría? Yo ya era madre, pero de papel y corazón, no físicamente. ¿Cómo iba a poder soportar todo si era verdad? He sido siempre débil con el tema del embarazo, tanto al punto de no tocarlo y ahora estaba en duda si yo lo estaba.

Me sudaban las manos y temblaban mis piernas. Estar en ese auto era imposible. Quería estar en mi cama, querer despertar del mal sueño y que recién hubiera pasado un día desde que tenía a Adrián. Lo tendría a él, sin problemas ni atados.

Ya estábamos a pocas cuadras de llegar a la farmacia más cercana cuando me giré a ver a Gabriel.

—No quiero ir —dije impulsivamente. Él frenó sin pensar y los bocinazos de los autos que venían detrás de nosotros se hicieron escuchar. —No quiero ir a la farmacia... tal vez sea mentira, no creo que tengamos que gastar ese dinero en un test...

Gabriel no habló. Me miró por unos segundos y luego movió el auto hasta una orilla para hablar tranquilamente. Puso el freno de mano y desabrochó su cinturón. No tenía pensado detenernos por lo que había dicho.

—Macarena —habló gentilmente. Esto era igual de inquietante para él como para mí. ¿Quién iba a pensar que todo esto podía pasar? —¿Estás segura que no quieres hacerlo? —Tomó una de mis manos y me miró— porque no es una cosa de juegos, tú realmente podrías estar...

—Lo sé —interrumpí— pero ¿qué voy a hacer si lo estoy? —Afligí mi rostro y puse mi mano sobre la suya— prefiero no saber si estoy o no embarazada. Si lo estoy... no podría no pensar en eso todos los días, así que prefiero tener la duda que pensar que voy a tener un bebé de no sé quién...

Gabriel apretó mi mano al escucharme hablar.

Yo había estado pensando en cómo él tomaría la noticia si fuera real, pero no había pensado en cómo se sentiría. Yo, siendo su novia, tendría un hijo de un desconocido y eso no dejaría de afectarle si quería seguir conmigo en un futuro. Tener que cargar con el hijo de alguien más sería una tarea realmente difícil de sobrellevar para él ya que a Adrián lo conoció antes que tuviéramos algo.

—Perdón —murmuré. Pedir perdón de mi parte era, hace unas semanas, casi imposible dárselas a Gabriel, pero ahora no podía evitar sentirme realmente culpable por todo lo que estaba pasando. Si ese día lo hubiera esperado no habría pasado nada.

—Entonces no iremos —habló finalmente y soltó mi mano dejándome con la disculpa en el aire. Su cambio de emoción me sorprendió. Volvió a abrocharse el cinturón, puso una de sus manos en el freno de mano y la otra en el volante— vamos a casa entonces —giró la cabeza y me miró con una leve sonrisa. Intentaba darme tranquilidad en un momento así, una tranquilidad que realmente necesitaba.

Yo asentí con una muy forzada sonrisa y me volví a acomodar en el asiento. El auto comenzó a andar y después de un rato vi como pasábamos de largo la farmacia a la que íbamos a ir. ¿Iba a estar realmente bien sin saber cuál era la verdad?

***

Iba subiendo las escaleras del apartamento con Gabriel, cuando de pronto bajó corriendo Bianca a recibirme.

Yo me incliné y la tomé en brazos. Ella comenzó a lamer mi cara con mucha ansiedad y no dejaba de mover su cola al igual que todo su cuerpo. Qué gran emoción era para ella verme llegar.

—Hola... —le dije con alegría mientras corría el rostro para que no me lamiera demasiado— ¿quién te dejó salir?

—Yo —habló Miriam desde la puerta de mi departamento— se ha puesto ansiosa desde que ha escuchado el auto llegar.

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