Capítulo 9: A llegado carta

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—Ahora explícame que fue toda es palabrería de hace un rato. —me dijo Gabriel mientras conducía. Salimos de la mansión hace un buen rato y estábamos a mitad de camino a casa. Él había guardado silencio mientras yo hablaba por celular con Miriam sobre cómo se había portado Adrián. No me dijo demasiado, solo que durmió casi toda la tarde después de su leche.

Me estiré en el asiento, luego apoyé mi cabeza hacia atrás y me relajé después de todo lo que había pasado hace unas horas. Mi espalda me estaba matando por lo recta que tuve que estar sentada junto a los demás.

—Es complicado... —musité agotada —en casa te mostraré los papeles... pero por lo que escuchaste —lo miré aunque sabía que él no a mí porque tenía la vista sobre la carretera —soy una heredera y voy a tener dinero en cuanto me gradúe, por eso te conviene no hacerme rabiar porque puedo contratar perfectamente a un sicario si quiero deshacerme de ti.

—Tendrás dinero, pero seguirás igual de amargada que siempre —me contestó y giró su cabeza únicamente para mostrarme la lengua. —pero lo que no entiendo es eso del contrato...

—Después pregúntale a Miriam... Ella debe saber explicarlo mejor... —Me rasqué la sien para poder calmar el dolor de cabeza que sentía en ese momento. Tanta luz por todas partes me había hecho forzar un poco la vista y me produjo migraña. Mamá debía arreglar su impulso de la iluminación por todas partes.

Di un suspiro y me puse a pensar en lo ocurrido. Me sentí fatal al ver que no pude conseguir alguna pista sobre el que me seguía, pero si supe que mis cuñados no me quieren al igual que mis hermanas —tal para cual— aunque me hicieron entrar en sospecha cada una. Tiana podía querer el dinero por todos los hijos que tiene, pero ella no era quien me seguía por el hecho de que está embarazada y ya le falta poco para dar a luz. Samara y su esposo tienen la misma cara de amargados aunque también se veían muy cobardes, no creí que hicieran algo en ese momento.
De la demás no puedo decir nada ya que casi ni me hablaron, sólo dijeron su hola de cortesía y luego me ignoraron igual que siempre; aunque eso las hacía aún más sospechosas porque el que investiga casi nunca habla.

Abrí de pronto los ojos cuando el auto dio un salto. 
Me incorporé de inmediato y miré a Gabriel.

—Ha sido un lomotoro, tranquila —me explicó al verme alterada. Yo di un suspiro y miré por la ventana. Había poca circulación por la carretera ya que este camino era una desviación que conocía de antes.

Todo al rededor era campo a excepción de una cárcel a lo lejos. Hace un rato tuve que cortarle a Miriam por la mala recepción o sino habría seguido hablando con ella. Tenía tantas cosas que contarle de inmediato y entre ellas estaba lo miedosa que me sentía mientras estaba cerca de mis hermanas y sus familias. Puede que sea fuerte, pero ellas son mayores y eso les daba mucha ventaja; aparte también estaban con sus maridos, yo estaba con el escuálido de Gabriel y habría servido igual que una servilleta.

—Deberías pasarlo más lento… —murmuré. —Los amortiguadores se te harán añicos…

—No me digas cómo manejar mi auto —se quejó y comenzó a acelerar. De pronto hubo otro ruido haciendo que el auto saltara

—¡Te estoy diciendo que pases lento! —di media vuelta en el asiento y lo miré enojada.

—¡No he sido yo! —me grita de vuelta y es entonces que me doy cuenta que está luchando con el manubrio. —Esta cosa no responde —con las manos intentaba poder manejar el auto pero este no se dejaba; el auto comenzó a avanzar en forma zigzag por la oscura carretera antes de que nos diéramos cuenta.

—¡Gabriel páralo! —Me sujeté fuerte del asiento y miré por la ventana para ver que ningún auto estuviera cerca. Si llegábamos a chocar por estos lados la ayuda llegaría mucho después y no podía saber si saldríamos ilesos de esto.

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