꒰ ᜊ capítulo 63 ꒱

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Jungkook se despierta en medio de una neblina confusa, el calor de un cuerpo aferrado al suyo y el olor familiar de la lluvia y sándalo que impregna el aire le hacen consciente de donde está: El palacete, sus habitaciones, con Taehyung envuelto en...

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Jungkook se despierta en medio de una neblina confusa, el calor de un cuerpo aferrado al suyo y el olor familiar de la lluvia y sándalo que impregna el aire le hacen consciente de donde está: El palacete, sus habitaciones, con Taehyung envuelto en las mismas sábanas que él.

Sus ojos se entrecierran ante el ligero destello que la luna les da desde los cristales que dan a su jardín privado, donde observa entre sueños los arbustos que se mecen suavemente con la brisa nocturna.

El sueño le consume, y su cuerpo le exige volver a dormir, pero la voz ligera que oye sobre él no parece ser una ilusión de su mente medio despierta. La oscuridad no es total, y la silueta de Taehyung sobre él...sobre su vientre, es clara incluso ante su borrosa vista.

Era él, Jungkook podía identificarlo con el sonido de su respiración y la sensación del cosquilleo que la presencia del alfa le traía cada vez que estaban cerca, la oscuridad no era una limitación a reconocerse mutuamente.

Respira profundo, y sin moverse trata de descifrar lo que Taehyung hace en esa posición que parece incómoda desde donde está. Después de unos segundos largos en los que casi se vuelve a quedar dormido cree poder identificar el sonido ligero que lo despertó en primera instancia. Era Taehyung, hablando. Murmurando suavemente sobre su vientre, sin ninguna presión sobre su cuerpo.

Jungkook abre la boca para decir algo, pero la concentración que nota del alfa le hace callar de inmediato. Sus labios se alzan y su corazón se calienta ante la imagen que Alá le regala. Su consciencia se hunde lentamente de nuevo en la oscuridad de sus sueños, con la voz presente de palabras que no identifica del todo. No planea arruinar un momento que solo era de padre a hijos.













La mañana es...inesperadamente desastrosa, no había sorpresa en ello.

Jungkook se da cuenta que antes de abrir los ojos en totalidad ya ha terminado de desayunar—en una prisa casi desesperada y en caos por su parte—para después dirigirse al ala especializada donde el pequeño "centro" de cuidado de Jabir se encontraba en sustitución de unas antiguas salas sin función. El alfa escucha atento a los veterinarios de nuevas actualizaciones mientras mantiene un ojo en Jungkook desde lejos, quien abraza al tigre que yace inmóvil sobre la cama que es tres veces más grande que los dos cuerpos que están sobre ella.

No hay avances y no hay fecha al despertar de Jabir.

Taehyung nota las lágrimas de Jungkook mientras toca su vientre; la esperanza sigue presente en sus ojos, pero el cansancio que trae la tardanza de su aparición también es notable. Después de unas discusiones más, llega la hora de irse, y Taehyung tiene que jalar suavemente de sus hombros para retirarlo del lado del cuerpo inerte de Jabir. La imagen de los tubos y máquinas alrededor le hacen compartir la pena del menor.

Jungkook retira sus manos con delicadeza mientras limpia sus lágrimas, y después de unos sollozos silenciosos camina con lentitud y dificultad a la salida. Taehyung asiente hacia las tres mujeres que envuelven a Jungkook entre sus brazos. Soyeon, Irene y Nancy dan una reverencia profunda hacia donde está él, antes de arrastrar al omega lejos para llevarlo a su preparación personal.

𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐣𝐚 ᵀᵃᵉᵏᵒᵒᵏWhere stories live. Discover now