Our kid

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Tercera y última parte de "My kid"

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Después de que Alec aceptara, Magnus ofreció llevarlos a su casa.

Alec negó, argumentando que ellos podrían caminar. Pero después de que Magnus les preguntara dónde vivían, y se diera cuenta que era prácticamente al otro lado de la ciudad, y que irían caminando por no tener dinero para un taxi, se empeñó en llevarlo.

Y Alec, sabiendo que Magnus no se rendiría, aceptó con un suspiro.

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Los ojitos de Rafael se abrieron en sorpresa cuando vio el interior del vehículo.

—Wooow... ¡Es muy grande, papá!— Magnus rio.
—Lo sé, cachorro... Y de ahora en adelante, vas a poder pasear en ella cuantas veces quieras— A Rafael le brillaron los ojitos de emoción.
—¡Sí!
—Siempre y cuando termines tu tarea a tiempo, y te bañes antes de que tu papá vaya por ti— intervino Alec rápidamente, y Magnus sonrió.

No llevaba ni una hora de que Alec lo había aceptado, y ya era más que evidente quién sería el papá consentidor, y quién el de las reglas.

—¡Sí! Te prometo que haré mi tarea, tenderé mi cama, lavaré mi platito, me bañarè y te ayudaré a limpiar antes de que mi papá venga por mí— dijo Rafael, ansioso por cumplir su promesas para que su papi lo dejara pasear en el gran carro.

—Ya veremos, cachorro— Alec le indicó que se sentara, y el niño, obediente, esperó quietecito hasta que su papi le abrochara el cinturón.

El camino estuvo lleno de miradas robadas de Magnus, sonrojos de Alec, e historias de un pequeño Rafa, desde la mariquita que encontró un día en el parque, hasta el día que se cayó y se hizo una pequeña cicatriz en su rodilla.

Y cuando llegaron, Alec lo desabrochó, y el chófer abrió la puerta, Rafa bajó con su ayuda, emocionado y agradeciéndole, pero después volteó a ver a Alec.

—Papi ¿Por qué hay un hombre afuera de nuesta casa?— Alec palideció, y Magnus frunció el ceño al oler preocupación en el aire.

—¿Qué sucede, Alexander?— Alec bajó y se dirigió tambaleando, y Magnus lo siguió, preocupado.

Y entendió la fuente de su preocupación cuando vio a un Alfa trajeado, con un maletín, unos papeles en la mano, y una sonrisa macabra.

—Señor Lightwood, espero que haya disfrutado su viaje, y asumo que ya me tiene el dinero— Alec negó lentamente.
—Sr. Morgenstern, si me da un día más, le prometo que...— el Alfa negó.
—¿Tiene dinero para pasear en limusina, pero no tiene para pagarme la renta? Sabe que le he dado consideración por su... situación— dijo, mirando a Rafa con una mueca de desprecio —...pero no puedo estarlo esperando toda la vida.

—Sr. Morgenstern, yo...
—Alexander está diciendo la verdad, Valentine— intervino Magnus, quién había escuchado toda la conversación.

El otro Alfa volteó, sorprendido.

—Bane ¿Qué haces por aquí?
—Oh, sólo vine a traer a Alexander... ¿Con qué estos son tus departamentos para Omegas necesitados de los que tanto presumías?
—Lo son— dijo Valentine, su pecho inflandose de orgullo.
—Ya veo... Yo habría esperado algo un poco más... amplio... No pensé que harías un montón de casas para perros, y los llamarías hogares para Omegas necesitados...— Valentine rechinó los dientes con furia —¿Cuánto es la renta?
—Estás loco si crees que te diré algo más sin que te disculpes.
—Me parece justo...— dijo, y giró hacia Alec —¿Alexander, cuánto pagas de renta?— Alec lo miró, temeroso, pero al final respondió.

Alfa & Omega~ Malec ????Onde histórias criam vida. Descubra agora