๑•Capítulo Cuatro•๑

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Jimin estacionó su escarabajo rojo cereza a un costado de la casa y, antes de apagar el motor y poner un pie fuera, echó un vistazo al reloj. Había llegado cuarenta minutos más tarde de lo habitual después de haber trabajado todo el día en Hope Press, una de las editoriales más prestigiosas de Daegu. Trabajaba allí desde hacía casi tres años y nunca dejaría de agradecerle a Pyo Yejin haberle dado la oportunidad de sumarse a su equipo. Yejin era su jefa y, además, una amiga que no había dudado ni un segundo en emplearlo cuando se presentó en su oficina temeroso y casi seguro de recibir un «no» como respuesta.

Jimin había sido sincero con ella desde el principio; le contó lo que le había sucedido un año antes: su secuestro y su posterior amnesia. Yejin decidió darle la oportunidad, sin importarle su pasado ni el hecho de no haber podido terminar la carrera y graduarse en la universidad. Las palabras de su jefa le quedaron grabadas en la mente desde aquél día. «No necesitas un diploma; sé lo que vales y lo que puedes hacer.»

Aquella entrevista había sido la primera cosa buena desde el día de su reaparición tras su cautiverio de tres meses. Había entrado en la editorial y se había ganado el respeto y la confianza de todos. Dos años más tarde, y con el apoyo de Yejin, de Taehyung y de su hermano Hwan, había podido completar lo que le quedaba de la carrera de Diseño Gráfico hasta finalmente graduarse, incluso con honores. Había sido una época difícil, trabajaba durante el día y estudiaba por las noches en su casa para presentarse, una vez por mes, a hacer los exámenes. Podría haber asistido a la universidad y haber ido a clases nocturnas, pero prefirió no hacerlo. Regresar de noche al mismo sitio en donde había sido secuestrado era una situación que solo lo habría traumatizado aún más.

Dejó escapar un suspiro, cogió su maletín de corderoy color borgoña y la enorme carpeta de cartón en donde guardaba sus diseños, y se bajó del automóvil. Subió los tres escalones que daban a la cocina y se detuvo antes de entrar. Observó la cesta de mimbre a un lado de la puerta. Estaba habituado a que Chimmy estuviera allí cada vez que él regresaba a casa, pero estaba vacía y, su juguete preferido, un aro de plumas multicolor, continuaba allí desde el día anterior. Seguramente, estaría dentro de la casa, durmiendo sobre su sillón favorito y correría hacia él apenas lo viera para restregarse contra sus piernas y recibir una caricia afectuosa en la cabeza.

La cocina estaba vacía cuando entró; dejó el maletín y la carpeta sobre una mesita junto a la puerta.

—¡Tae! ¿Estás en casa? —Se sirvió un vaso de agua fría.

Su amigo bajó los escalones corriendo.

—¡Ya has llegado! —exclamó y entró en la cocina.

Jimin apoyó el vaso en la mesa.

—¿Sucede algo? —Había una expresión extraña en el rostro de su amigo que no le gustaba nada.

Taehyung no respondió y lanzó una mirada al vaso que segundos antes Jimin había dejado en la mesa.

—Tae, te conozco y sé que quieres decirme algo; desde esta mañana, he notado que estás un poco nervioso. —Frunció el ceño—. ¿Acaso ha regresado el policía nuevamente?

Taehyung negó con la cabeza.

—¿Entonces, qué es? —La actitud de su amigo comenzaba a asustarle.

—Se trata de Chimmy. —Sus palabras salieron de sus labios rápidamente como si así la noticia causara menos impacto.

—¿Qué sucede con él? —Jimin sintió pánico.

—Esta mañana, cuando vino el detective guapo, salió disparado y no ha vuelto desde entonces.

Jimin pasó por su lado sin siquiera mirarlo. Buscó a su gato, de manera frenética, por todos los rincones de la casa, en sus lugares favoritos, pero no había señales de él. Taehyung se unió a su búsqueda, aunque sabía que sería inútil; él mismo lo había buscado varias veces durante el día sin obtener resultados. Bajaron al sótano y después salieron al patio. Uno de sus vecinos les dijo que lo había visto por la parte trasera de la vivienda esa mañana temprano, pero
cuando había vuelto a mirar, el gato ya no estaba allí.

Siempre Me Recordarás- MiniMoni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora