Siempre Me Recordarás- MiniMoni

๑•Capítulo Dieciocho•๑

El partido entre los Daegu FC y los Sharks de Jeju había entrado ya en el segundo período.

Ganaban los locales dos a uno y había una marcada diferencia entre los dos equipos. Woosung estaba entusiasmado con el juego y se levantaba de su asiento cada vez que algún jugador cometía una falta o era sancionado. A su lado, Suna se limitaba a calmarlo y a decirle que estaba haciendo el ridículo. De vez en cuando miraba a Jimin y ponía cara de fastidio.

Parecía que no disfrutaba del partido con la misma euforia que su marido.

Namjoon y Jimin estaban sentados junto a sus vecinos pero el castaño notó, casi de inmediato, que lo que menos llamaba la atención del detective era el partido; ni siquiera había celebrado los dos goles. En cambio, continuaba con su rol de novio perfecto y su brazo se extendía sobre el hombro de Jimin; era tan largo que sus dedos llegaban hasta allí donde nacía su pecho.

El más bajo temía que él pudiera sentir cómo su corazón había comenzado a palpitar alocadamente dentro de su pecho. Su mano no se movía, pero el calor que emanaba traspasaba la tela gruesa de su sudadera y le quemaba la piel.

Namjoon estaba atento a la multitud que había asistido a ver el partido pero no olvidaba dónde estaba su mano. Tuvo que reprimir varias veces el impulso de acariciar la curva de su cuello para luego sujetarlo del rostro con suavidad y besarle la boca.

Se dijo que lo hacía por el simple hecho de no levantar sospechas con sus vecinos. En el edificio, todos creían que eran novios y era mejor que continuarán creyéndolo. Sin embargo, por más que se engañara, sabía que lo hacía porque quería hacerlo, porque cualquier excusa era buena para estar cerca de Jimin.

De repente, un niño que sostenía un enorme vaso de refresco de cola llamó su atención. Tenía el cabello pelinegro y llevaba una sudadera de los Daegu FC; coincidía con la descripción del niño que había entregado la caja.

Siguió buscando entre la multitud, pronto descubrió que no era el único niño pelinegro dentro del pequeño estadio. Contabilizó cuatro en total, pero solo dos llevaban la insignia del equipo que iba venciendo.

Jimin notó la expectativa en el rostro de Namjoon; sabía cuál era su verdadera misión al asistir a aquel partido.

—Vuelvo en un momento —le dijo y se puso de pie.

Jimin no tuvo más remedio que quedarse sentado en la grada a esperarlo.

Lo observó mientras se alejaba y caminaba hacia la grada ubicada frente a ellos. Se acercó a una mujer que estaba acompañada por un niño pelinegro. Desde allí vio que Namjoon le mostraba su placa y el rostro de la mujer se puso pálido. Luego se dirigió al niño y, después de hablar un momento con él, los dejó que siguieran disfrutando del partido. A juzgar por la expresión en el rostro de Namjoon, aquella charla no había sido positiva.

Lo vio dirigirse hacia otra grada ubicada a un costado y acercarse a otro niño pelinegro; éste, como el anterior, llevaba una sudadera de los Daegu FC. Estaba acompañado por un hombre que Jimin supuso sería su padre. Una vez más, Namjoon sacó su placa y después de intercambiar algunas palabras con el niño y con el hombre sentado junto a él, se alejó y regresó a su lugar.

Esa vez su rostro denotaba satisfacción.

—¿Has tenido suerte? —preguntó Jimin mientras se sentaba junto a él.

—Sí, el segundo niño con el que he hablado es el mismo que entregó la caja en tu casa. Irá mañana mismo a la comisaría para que lo interroguemos y para ver si reconoce a Jeon Jungkook —le informó y lo tomó de la mano.

—Namjoon, ¿es realmente necesario? —Jimin miró sus manos unidas.

Él lo miró y luego observó con el rabillo del ojo a Suna y a su marido.