Capítulo 8

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El escritorio tembló y los papeles que estaban sobre él se precipitaron al suelo. El estruendoso ruido de los cuadros caerse y hacerce pedazos los cristales tenían a más de uno de los guardias nerviosos, pero sabían que si entraban al despacho de Mile sería un infierno para todos.

Las garras de Apo arañaron la superficie amaderada ante la impotencia. Lágrimas corrieron por sus sonrojadas mejillas, pero los labios de Mile estaban sobre ellas para recogerlas con su lengua. Apo creía que su cuello se partiría, el mayor lo tenía agarrado con tanta fuerza que estaba totalmente arqueado hacia atrás.

Mile apretó la base de la polla de Apo y lo folló a un ritmo vertiginoso. No había ningún tipo de titubeo, golpe tras golpe contundente en la próstata del moreno lo tenía gritando por más, quería que lo destrozara, que lo mordiera y sus dientes dejaran una marca de propiedad en su piel oliva, que sus dedos dejaran huellas en cada rincón. Apo se sorprendió ante lo posesivo que sonaban estos pensamientos, pero lo quería tan mal que le importaba una mierda que tan enfermizo podría llegar a ser.

Apo tomó la mano de Mile e intentó hacerlo moverla sobre su polla dolorida. Estaba goteando por toda la mesa, estaba roja e hinchada con venas sobresaliendo. Nunca había estado tan excitado por ser denigrado por otro hombre. Sin embargo, el mayor se mantuvo firme y en su lugar lo asfixió un poco más, amando lo dócil que era Apo en sus brazos.

El pelinegro gruñía como un animal ante cada embiste sin perder el paso. Lo jodió hasta el hastío, y justo cuando estuvo a punto de correrse acarició con su pulgar el glande de Apo. Eso fue todo, Apo tembló y estalló con gemidos rotos. Su semen salió disparado en todas direcciones y con tanta fuerza que la evidencia quedó plasmada en el escritorio del lobo.

Mile se movió más despacio y dejó que Apo se recostara contra él. Sus manos se colocaron en su ingle y dedicó caricias a la zona mientras apenas salía de su interior para volver a entrar. Maldijo en voz baja cuando el otro prácticamente se desmayó contra él y lo sostuvo en su lugar cuando por fin lo llenó de su semen.

El agarre era firme, las nalgas de Apo presionadas contra la pelvis del hombre y su ano tragando la enorme carne que lo estiraba. Apo podía sentir los latidos desenfrenados de Mile, casi como si se le fuera a salir el corazón del pecho.

—Quieto—Mile habló en voz baja contra la oreja de Apo cuando este intentó moverse, su mano volvió a la magullada garganta pero está vez como una caricia—

—Mmmm—Apo suspiró sintiendo otro golpe de esperma en su interior y se dejó abrazar—

Luego de unos segundos Mile se salió de él y Apo siseó dolorido ante la pérdida.

—Has hecho un jodido desastre en mi escritorio—dijo el mayor subiendo sus pantalones—

—Bueno—Apo se arregló su propia ropa y se giró para ver a los ojos al pelinegro—tú dejaste marcas en mi cuello y pecho, sin embargo no estoy aquí quejándome—sonrió al ver la mirada de Mile en la marca de dedos en su cuello. Era un dolor placentero, de esos que uno quisiera mantener siempre porque te recuerdan a él, todo le recordaba a Mile—

—No te escuché protestar cuando me tenías dentro de ti—Mile acarició el morado—

—No nos protegimos esta vez tampoco—Apo hizo la observación—confío en que se te realice cada pocos meses un chequeo general—

—¿Crees que si estuviera enfermo te arriesgaría a que lo hiciéramos sin condón?—Mile lo besó suavemente y Apo se deshizo ante él—

—Lo sé—respondió aún con los ojos cerrados y apoyó su frente con la de Mile—nunca en mi vida había follado tanto—resopló divertido—

Catarsis//MileApo +18Where stories live. Discover now