Capítulo 23

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Mile vio a su sobrino correr por el jardín detrás de una pelota. Estaba más grande que la última vez que lo visitó. En el fondo, se sentía mal por haberse alejado de la familia de su hermano. Julia era extremadamente amable y cariñosa, siempre intentando agradarle en cada visita. Max era el niño más dulce que había conocido, todo gordito e hiperactivo como cuando él era pequeño.

Apenas bajó del auto el pequeño corrió y se enganchó de sus piernas. Prácticamente estaba rebotando de alegría al verlo y Mile estaba ahí para revolverle los largos mechones azabache.

—Tío Mile, felicidades por el nacimiento de tus hijos—Max agarró su mano con ojos inocentes —

—Gracias—Mile se giró y vio la figura de Apo salir con Phawin en brazos del auto—los traje para que los conocieras a todos, los otros cuatro acabaron de comer y están durmiendo —

—¿En serio?—el niño chilló feliz —¿Puedo cargarlos?, por fis tío—

—Bien, pero con cuidado, son  pequeños—Mile rio suavemente —

Apo apartó los rizos castaños de su frente y caminó hacia ellos. Tenía curiosidad por ver la relación de Mile con su cuñada y sobrino.

—Hola Max—saludó amablemente al niño que lo miraba como si fuera lo más bonito que haya visto —un gusto conocerte por fin, Mile me habló mucho de ti—

—Eres más hermoso en la vida real—dijo el niño cuando recordó cómo hablar y Apo soltó una carcajada —¿Puedo llamarte tío también?—

—Por supuesto, me enojaría si no lo hicieras —Apo se derritió de ternura —Mile, el chofer llevará a los bebés adentro, Phawin necesita cambiarse, ¿puedes dirigir el camino?—

—Vamos, Julia debe estar esperando—

Max agarró la mano de Mile y prácticamente lo arrastró gritándole a su padre que ya habían llegado. Apo miró la enorme casa con detenimiento. Pensaba que sería algo escandaloso y opulento, dado que aquí vivía el mayor de los príncipes pero no, todo lo contrario. Era grande, sí, pero nada comparado con un castillo o un palacio. Era realmente sencilla y acogedora. Se sentía como un hogar y, de repente, Apo añoró vivir así.

—Sus Majestades—una bonita mujer, aparentemente en sus treinta y pocos,  apareció por el pasillo y se inclinó ante ellos—es un placer recibirlos en mi casa—

—Hola Julia—Mile tomó su mano y la besó—es bueno verte después de estos meses, luces espléndida—

La mujer se sonrojó ante el cumplido y agradeció en voz baja. Ella era realmente bonita, todo ojos azules, labios rojos y ondas color fuego. Apo se percató de que ella era de su tamaño, bastante alta para ser una mujer, pero bueno, era una loba, así que no era de extrañar su estatura y delicada figura.

—Su Majestad—ella se inclinó ante Apo—felicitaciones por el nacimiento de los bebés, Buda los bendecirá a todos con buena salud—

—Gracias Julia, pero puedes llamarme por mi nombre—a Apo le agradó ella—

—No me atrevería Su Majestad—ella se sorprendió ante lo fácil de tratar que era Apo—

Julia tuvo una primera impresión bastante errada sobre el menor. Lo veía arrogante, demasiado joven, quizás hasta duro por su expresión feroz cuando estaba serio. Tampoco ayudaban mucho los rumores maliciosos sobre él, aunque ella no era mujer de chismes. Sin embargo, grata fue su sorpresa al descubrir lo suave y agradable que era Apo. Tenía una voz reconfortante y una sonrisa amable para ella cada vez que le hablaba.

Incluso le pidió consejos sobre bebés, ya que él y Mile eran primerizos. Julia tenía que decir que eran unos encantos. Todos gorditos y abrazables, en especial las mujeres de la casa, con sus enormes ojos verdes y plateados, además de cabellos rizados como los de Apo. Estaba realmente sorprendida, conocía a muy pocas personas que tuvieran una camada de cinco hijos, podrían ser hasta diez, pero en los últimos tiempos la tasa de natalidad estaba deprimida.

Catarsis//MileApo +18Where stories live. Discover now