✧; capítulo catorce

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—¡¿Qué tienes que decir en tu defensa?!

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—¡¿Qué tienes que decir en tu defensa?!

—Gio, no estamos en un interrogatorio policial...

—¡Pues yo debería enviarte a los separos por la tontería que hiciste! —El entrenador repeló con coraje—. No puedo creer que te presentes en estas condiciones a la práctica.

Harry rodó los ojos detrás de sus gafas oscuras, decidió utilizarlas ya que su aspecto era un nivel arriba de lo deplorable a pesar de haberse duchado.

Traía los rizos atados, el dolor de cabeza lo estaba matando y para variar, tenía el estómago sensible, las nauseas lo provocaban como si estuviese arriba de un barco en medio del océano.

—Estoy aquí y es lo que cuenta, ¿no? —gruñó, tapándose la boca al bostezar—. Agradece que vine, no soy un irresponsable que evade el trabajo.

—Yo no sé como se te ocurrió que voy a permitirte entrenar así —Lo señaló de arriba hacia abajo, con ambas palmas extendidas—. Lo lamento, pero le tendré que pasar el reporte a los de salud integral.

—¿De verdad? —No tenía el derecho de oponerse, y aún así lo hizo—: Vamos, solo es resaca.

—¡Una resaca que no debería existir! —Casi lo golpeó en la cabeza con su tabla portapapeles—. Tú no tienes permitido ingerir sustancias nocivas, ¿entiendes la magnitud del lío en el que te metiste?

Pestañeó con lentitud, el sueño también le estaba pegando horrible.

—Solo fue media botella de champán.

—Hasta con una copa te iban a sancionar.

—Por eso, si hasta por un sorbo me iban a castigar, mejor preferí beberme la mitad, así el regaño valdría la pena.

Su razonamiento no tenía fallas, pero a Gio no le causó ni cosquillas.

—Te repito, le pasaré el informe a los de control médico y probablemente, ellos les dirán a los dueños —habló, anotando el pendiente en una hoja—. Hasta tu madre te va a reprender.

—Ya lo sé, hubieses visto lo que me costó entrar a mi casa sin ser visto esta mañana —Le platicó, como si de su mejor amigo se tratara—. Me encerré en mi habitación hasta que ella se fue.

—¡¿Ni siquiera dormiste en tu recámara?!

—No, terminé en un cuarto ajeno —Se burló al pronunciar—. Me quedé con Louis.

El entrenador lo divisó con el entrecejo plisado.

—¿Con Louis? —inquirió, confundido—. ¿Tomlinson? ¿El vidente?

—Ajá, ese mismo —Se fregó la nuca—. ¿Qué tiene de raro?

—Ustedes ni siquiera se llevan bien —Retomó su actividad al leer el itinerario—. Bueno, igual eso no me incumbe a mí, lo que me concierne de la situación es que no puedes subirte al trapecio hasta que Trisha hable contigo.

It's all an act 🎪 || larry stylinsonWhere stories live. Discover now