Esa noche soñé con Even.

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—Date prisa y desvístete. 

No entendí a qué se refería cuando dijo aquello.

Solo fui consciente de mi cuerpo temblando y las estúpidas y frías lágrimas cayendo por mi rostro al suelo de su habitación. 

Sentí sus manos sobre mis caderas, me quedé quieto, él era solo una mancha borrosa frente a mí.

¿Qué demonios estaba pasando?

¿Por qué estaba dejando que él hiciera algo como eso?

Temblé. 

Tenía miedo.

Sus manos quitaron mi cinturón y lo arrojaron al otro lado de la habitación, luego bajó mis pantalones con mucho cuidado por mis piernas, no fui capaz de resistirme o golpearlo, solo estaba ahí de pie como un estúpido espectador más, sin decir nada, sin hacer nada. 

Sus labios besaron mi cuello, quitó mi corbata con un movimiento rápido, tal como lo había visto hacer minutos atrás con la suya, desabrocho mi camisa y sus dedos se deslizaron por la tela de forma sutil.

 —Quédate quieto o voy a golpearte — susurró en mi oído, comencé a llorar con más fuerza, él se alejó un paso y me observó, su mirada parecía cansada incluso algo divertida en el fondo. 

—Cállate, no voy a detenerme solo porque armes un berrinche. ¿Entiendes?

Sus labios volvieron a presionarse contra los míos, su lengua se movió dentro de mi boca de forma lenta como si estuviera realmente disfrutando de algo muy bueno.

Sentí sus manos recorriendo mi abdomen, traté de hacerme a un lado, su mirada verde se clavó en la mía, dura y fría, demasiado molesta, me asusté.

Siguió besándome, mis labios, mi barbilla, mi cuello y sus manos bajaron suavemente hasta mi entrepierna, me tocó con suavidad. 

—¡No, no! — grité mientras empujaba su cuerpo con brusquedad, Even trastabilló, pero no cayó al suelo, más bien parecía sorprendido igual que yo. 

—Como quieras, hazlo por ti mismo entonces. 

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, mastúrbate entonces, tú solo — dijo, caminó hasta el escritorio y abrió una de las gavetas, sacó una caja de cigarrillos y se colocó uno en la boca, lo hizo girar despacio con su lengua.

—¿Qué estás esperando?

—Even… Esto… Yo… 

—¿Tú, ¿qué? Demonios, termina las malditas frases que tengas que decir, realmente me pone de malhumor escucharte balbucear todo el maldito día.

Me limpié las lágrimas, miré mis pantalones enredados en mis tobillos, mi camisa abierta y mi corbata roja en el suelo, temblé. 

—¡Deja de temblar como un idiota y haz lo que te dije! — gritó.

Tiró mi mochila de la silla del escritorio y la arrastró hasta quedar frente a mí, se sentó en ella y encendió el cigarrillo con un encendedor plateado, la pequeña llama naranja iluminó su rostro.

Realmente estaba muy asustado. 

¿Qué mierda es lo que quería Even de mí?

Pero aun si lo supiera sabía que no podría resistirme o hacer algo, era un cobarde de todas formas.

Sollocé, él lanzó el encendedor, pasó junto a mi mejilla antes de estrellarse contra la puerta, cayó a mis pies. 

Me quede inmóvil. 

"Us"《BL》EN PAUSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora