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Lo llamo suyo y Agustín no podía dejar de pensar en eso.

La forma en como lo ahogo esa noche y como lo empujó contra el camión, la forma en como lo reclamó así...

Fue realmente caliente.

Pero ahora lo estaba evitando.

No físicamente, sino mentalmente, dándole la espalda mientras se pasaba una toalla por el pelo mojado, negándose a mirarlo mientras se ponía un pantalón y agarraba los cigarrillos de la mesita. Encendió uno y apoyo el hombro en la pared junto a la ventana, sumido en sus pensamientos mientras mira la tranquila calle en la que crecieron.

Agustín sabía que no le gustaba lo que sea que se estaba gestando entre ellos, pero Agustín estaba desesperado por su atención y no iba a parar hasta recuperarla.

Suspirando fuertemente para asegurarse de que Marcos lo escucha, se levanto del borde de su cama y se acerco hasta ponerse detrás de él, deslizando las manos sobre sus costillas para rodear su cintura con los brazos. Marcos se tensa y Agustín cierra los ojos, respirándolo mientras mueve las yemas de los dedos por las crestas y los surcos de sus abdominales.

— ¿Estás enojado conmigo, Marcos?

— No — responde, echando el humo por la ventana.

— Bien, entonces — murmura Agustín contra la columna vertebral de Marcos, bajando sus dedos para trazar las líneas de la vena profunda justo por encima de su cintura.

— No estoy enojado con vos, Agu — Marcos agarra las manos y las vuelve a subir a un territorio más seguro — Sólo estoy enojado.

— ¿Por qué?

Marcos no contesta a eso, como sabía Agustín que no lo haría porque es un tarado testarudo. Agustín pone los ojos en blanco y alza la mano para robarle el cigarrillo de la boca, dándole la vuelta para sentarlo en el asiento de la ventana. Por fin Marcos lo mira y Agustín le da una calada, levantando lentamente sus muslos de uno a uno para ponerse a horcajadas sobre sus caderas.

— ¿Es por Mati? — pregunta, sonriendo cuando capta el tic de su mandíbula — ¿Es porque me habría dado la vuelta y me habría cojido ahí mismo contra esa reja si no hubieras aparecido cuando lo hiciste?

— Agu... — Advierte, pero Agustín se siente imprudente y borracho, tan malditamente cachondo que no puede  pensar con claridad.

— ¿Es porque no puedes dejar de ponértela dura por mí? — Se burlo, agarrándose de los hombros de Marcos para acercarse más, haciendo rodar valientemente sus caderas sobre su pija — Apuesto a que es eso.

Marcos lo miro como si quisiera estrangularlo de nuevo, pero entonces lo agarro de la cintura con ambas manos y apretó, haciendo que un gemido se escape de su garganta antes de que pueda atraparlo.

Lo hizo a propósito.

Agustín se estremece y lo rodea del cuello con los brazos, con cuidado de no quemarlo con el cigarrillo que aún sostiene, y sumerge la cabeza hasta que su boca toca la suya — Se que me deseas — Susurro Agustín, deslizando su lengua sobre el corte que se desvanece en su labio inferior, disfrutando de la forma en que la pija de Marcos se engrosa aún más entre sus piernas — Me queres ahora... me querías la noche que me besaste... — Continuo, Marcos apretó un poco más esta vez — Creo que me deseas desde antes de que te dijera que soy gay.

— Mierda, Agus, para — raspa, levantándolo sin esfuerzo para dejarlo caer de pie, alejandose de Agustín para encender él mismo otro cigarrillo — No podemos hacer esto.

— ¿Por qué no?

— Por que sos mi hermano, maldito enfermo.

— Hermanastro — murmuro Agustín, como si eso mejorara las cosas, pero Marcos solo se ríe y sacude la cabeza.

— Eso es una mierda y lo sabes. Ándate a la mierda.

— Marcos.

— ¡DIJE QUE TE VAYAS! — gritó, haciendo que Agustín saltara.

Agustín abrió la boca y se alejo de él, con los ojos escocidos por el esfuerzo que le estaba costando no llorar porque en todos los años que ha estado tentando a la suerte para que se levante, nunca le había gritado así.

Nunca.

Sin percatarse de la mirada de Agustín, maldice y da un paso hacía él — Agu, espera...

Pero Agustín siguió caminando y cerro la puerta de su habitación tras de él, sin mirar atrás cuando oyó un golpe contra la pared unos segundos después.

— Mierda.

𝚂𝚄𝙲𝙸𝙾 𝙰𝙼𝙾𝚁 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora