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Beomgyu abrió la puerta de la habitación, en la sala seguía la música a full volúmen y las risotadas de los chicos, pero él ya estaba demasiado cansado para continuar celebrando.
   
Esa tarde después de curar las heridas de Yeonjun el grupo había sacado todo el alcohol y frituras que tenían guardadas para celebrar que volvían a casa. Fue divertido un par de horas pero Beomgyu solo quería ducharse y recostarse en su suave cama.
   
No vivían en una casa común. Antes solía ser una tienda de muebles antiguos que había sido cerrada. Soobin consiguió que el antiguo dueño se la vendiera por un buen precio. Estaba relativamente escondido en un callejón, por lo que podían hacer el alboroto que quisieran sin que nadie sospechara.

Lo habían adaptado y convertido en un lugar muy acogedor, también a prueba de ladrones y balas. Cualquiera que quisiera entrar debía conseguir la manera de abrir la puerta principal y entonces sería muy tarde. Ellos ya estarían esperando del otro lado con sus armas.
   
Un lugar seguro.
   
La habitación de Yeonjun y Beomgyu era el lugar de la casa que parecía más a un cuarto común y corriente, sin las excentricidades que a los otros tres les gustaba robar. Con una iluminación cálida, una cama matrimonial con un colchón espectacular y a penas un par de elementos decorativos. Las paredes eran cafés y el suelo estaba tapizado con alfombra.
   
Beomgyu no amaba otro lugar en el mundo más de lo que amaba su habitación.
   
Corrió a ducharse, tuvo extremo cuidado quitandose toda la suciedad de la prisión y la escapada. Tenía las uñas tan sucias que hizo una mueca mientras se las limpiaba.
   
Siempre era detallista con su imagen y había sido una completa tortura lo sucio y desagradable de la experiencia. No había comentado nada para no parecer un quejica, pero él simplemente no era así, no se sentía cómodo junto con esos hombres desagradables y sucios.
   
Su grupo era diferente. Aunque fueran unos estafadores de primera, Beomgyu jamás compararía a uno de ellos con los tipos de la cárcel.
   
Un preso no tendría el armario que él tenía.
   
Después del baño abrió la puerta que conducía a su armario personal, ese cuartito que Yeonjun había construido tal y como Beomgyu le había comentado que soñaba.
   
De un lado estaba lo suyo y a penas en una esquina todo lo de Yeonjun.
   
Hablando de Yeonjun, Beomgyu ya se había retirado de la sala hacía más de media hora y el azabache todavía no lo seguía al cuarto.
   
Beomgyu supuso que quería celebrar hasta el amanecer y se colocó solo un bóxer para irse a dormir.
   
Cuando cerró la puerta del armario Yeonjun abrió la de la habitación.
   
Olía a alcohol pero Beomgyu comprobó solo viéndolo a los ojos que no estaba fuera de si, quizás algo encendido, pero no borracho.
   
—Hola bebé —sonrió él de medio lado. Tan atractivo.
   
—Hola —se acercó al mayor y sostuvo sus manos llenas de curitas— ¿te duelen mucho? ¿Está muy apretada la venda del brazo?
   
Yeonjun negó.
   
—¿Seguró? ¿no quieres una pastilla pa...?
   
Yeonjun le comió la boca, se soltó de su agarre y dirigió sus manos a su trasero. Aprentando sutilmente la carne blanda.
   
—Yeon... Yeonjun —intentó separarse pero la lengua del azabache no le daba tregua— ¡Yeonjun!
   
—¿Qué?
   
—Tus manos...
   
—Están bien —chistó— es un dolor soportable.
   
—¿No estás cansado?
   
Yeonjun se relamio los labios y pegó sus cuerpos juntos.
   
—Estoy deseando quitarte esta cosa —estiró la liga del boxer— y follarte en nuestro colchón como ayer no me dejaste hacerlo.
   
Beomgyu sintió la electricidad recorrerle la columna. El razocinio lo abandonaba a medida que Yeonjun dejaba besos por su cuello y hombros.
   
—Pero... tendré que volver a curarte las manos.
   
—Como sea —dijo para luego arrastrar al castaño hasta la cama y tumbarse sobre él.
   
Beomgyu ronroneó cuando Yeonjun presionó sus caderas contra las suyas. Ya estaba muy excitado, probablemente por el alcohol en su sistema.
   
El mayor siempre se ponía cachondo cuando bebía.
   
—Esto molesta —dijo arrastrando la tela del bóxer por sus piernas con prisa. Lo tiró a algún lado y siguió tocando y besando el cuerpo fresco y fragante del menor.
   
—Quiero que me folles —balbuceó intranquilo cuando Yeonjun abrió sus piernas de par en par.
   
—Tendrás que prepararte tu mismo entonces —hizo un gesto con su mano llena de tiritas y Beomgyu asintió.
   
En la mesita de noche estaba el lubricante. No en el cajón, ellos preferían tenerlo a simple vista por practicidad.
   
Era un bote grande con sabor a vainilla.
Beomgyu lo cogió y se llenó toda la mano. Los ojos de Yeonjun no se apartaron ni por un segundo. Lo vió acariciarse la erección antes de dirigirse más abajo, esparciendo el lubricante entre sus mejillas sin decoro.
   
Le encantaba que se sintiera frío al principio y luego se calentara, le ponía la piel de gallina.
   
Yeonjun se abrió los pantalones y con lentitud se acarició a si mismo sobre la tela del bóxer mientras Beomgyu se metía uno a uno sus dedos.
   
—Más adentro bebé, uno más... Eso, así —alagó mientras Beomgyu temblaba con sus dedos rozando su próstata.
   
Pero no era suficiente.
   
—Métela, ya estoy listo —afirmó sacando sus dedos y sentándose para bajarle los pantalones y la ropa interior a Yeonjun hasta las rodillas.
   
—Que puta tan impaciente —se burló con prepotencia viéndolo babear—. Chupa antes de que te la meta.
   
—Pero...
   
Beomgyu estaba ansioso, lo quería dentro suyo.
   
—Chupa, ahora —demandó con su voz más grabe.
   
El menor comprendió que no valía la pena implorar y sostuvo su dura polla para metérsela a la boca. Chorreaba presemen y el glande estaba rojo y brillante.
   
Apetitosa. En realidad, no era ningún tipo de sacrificio probarla un poco primero, teniendo los sexys tatuajes en el abdomen del mayor tan cerca de sus ojos.
   
—Eso es... —Yeonjun rodó los ojos cuando Beomgyu lamió de arriba a abajo cada vena y luego rodeó con su lengua el glande.
   
Movió sus caderas para follarle la boca, no lo hizo demasiado fuerte, solo probaría un poco su resistencia. Beomgyu apoyó ambas manos en el colchón y abrió bien su boca, cubriendo sus dientes con sus labios y miró hacia arriba como un cachorro.
   
Yeonjun enredó una de sus manos entre sus rulos castaños. Sintió los pinchazos de dolor en las articulaciones de sus dedos, pero no dejó de presionar.
   
—Que puta tan obediente —alagó con una sonrisa de medio lado—. Te tragas mi polla como si fuera tu cosa favorita.
   
Beomgyu soltó un gemido tembloroso con su garganta que hizo a Yeonjun ver estrellas.
   
—Maldicion...
   
No iba a correrse en su boca. Lo mantuvo en el fondo de su garganta un último instante antes de separarse.
   
El castaño tenía todo el cabello revuelto y su boca brillaba pecaminosa por la saliva y el presemen.
   
—Recuestate y abre tus piernas para mi —ordenó.
   
Beomgyu asintió y se recostó, sujetó sus piernas debajo de sus rodillas flexionandolas y se abrió por completo para Yeonjun. El exceso de lubricante lo hacía ver tan sucio y perfecto que el azabache no se contuvo ni un segundo más.
   
De deslizó dentro de él con facilidad. Beomgyu gritó pero fue callado por la lengua del mayor.
   
Que delicia, pensaba Yeonjun estando completamente dentro de ese apretado lugar que solo era suyo.
   
Sus caderas lo jodieron rápido y fuerte, cada embiste sonaba más obsceno que el anterior, sus pieles húmedas chocaban con tanta rapidez que Beomgyu tuvo que anclar sus dedos en la piel de sus piernas para mantenerlas firmes y abiertas.
   
—Yeon... ¡Yeonjun! —gritaba con la mente perdida, cada golpe derritiéndole el cerebro y haciéndolo ver puntos blancos.
   
Pero Yeonjun no decía nada, embelesado viendo cómo su polla profanaba ese lindo agujerito.
   
Tantos años y seguía siendo tan estrecho como la primera vez.
   
Tenía ganas de acariciar los bordes con sus dedos, pero al estar lleno de curitas no sería igual de satisfactorio.
   
En su lugar prefirió hacer otra cosa.
   
—Volteate.
   
—¡No! —suplicó, incapaz de dejar que se detuviera tan solo un segundo.
   
—Muevete, Beomgyu.
   
—N-no por favor... Cógeme así, por f-favor... —rogó, incluso sus caderas habían comenzado a moverse para recibir las embestidas en un movimiento incesante.
   
Pero eso no consiguió convencer al mayor.
   
Yeonjun se salió de su interior y Beomgyu sollozó con lágrimas.
   
—Volteate y muestrame tu culo o no te seguiré follando.
   
—Cruel —dijo entrecortado.
   
—Date la vuelta o no respondo.
   
Beomgyu chilló como un niño malcriado y se dió la vuelta. Alzó su culo y mantuvo su pecho pegado al colchón.
   
Yeonjun volvió a encontrarse con ese sexy tatuaje y tuvo ganas de besar cada trazo. Pero supo que si se detenía a hacerlo Beomgyu iba a desesperarse aún más.
   
Abrió sus glúteos con sus manos y lo penetró de nuevo. El castaño gimió extasiado contra la almohada.
   
Yeonjun pensó que definitivamente había creado a una puta, pero eso totalmente le encantaba.
   
Que Beomgyu enloqueciera por su polla.
   
—¿Te encanta tener un pene en tu culo no es así? —se burló volviendo a penetrar con un ritmo bestial— no podrías vivir sin una polla que te joda todos los días.
   
Beomgyu chilló.
   
—Respondeme cuando te hablo —dió una embestida más profunda.
   
Beomgyu soltó otro grito y puso su cabeza de lado en la almohada.
   
—No puedo vivir sin una polla en mi culo.
   
—¿Haciendo qué?
   
—Jodiendome todos los días.
   
El castaño en definitiva estaba en el punto de no retorno. De nuevo empezaba a mover sus caderas para corresponder los embistes.
   
Yeonjun extendió sus brazos y se sostuvo de los hombros de Beomgyu para hacer palanca.
   
Estaba seguro de que el menor lo estaba disfrutando, así que se permitió perderse un poco y complacer su deseo de follarselo como si de un objeto se tratase.
   
Gemía casi como animales en celo, y cada sonido que se le escapaba al castaño era un incentivo para profanar su agujero más fuerte hasta romperlo.
   
El menor incluso había sacado la lengua, dejando la saliva caer sobre la almohada. Yeonjun tuvo que soportar las ganas de meterle los dedos en la boca, pero consiguió controlarse o las heridas empeorarían.
   
—¡Ah! ¡Junnie! ¡por favor! —intentaba hablar con todas sus fuerzas, pero cada embate le quitaba el aliento—. Quiero verte cuando me corra ¡por favor!
   
Sus deseos fueron cumplidos, de un jalón estaba boca arriba. Beomgyu rodeó el cuerpo más grande con brazos y piernas enseguida. El antebrazo de Yeonjun sujetó su cadera y con la mano sobrante sostuvo su cabeza.
   
Beomgyu jadeaba, su cabello estaba más que sudado y su rostro tenía marcas de la almohada. Tan hermoso así de destrozado que Yeonjun lo besó sin aliento. Estaban tan juntos como se podía estar.
   
—Dime Beomgyu —jadeó sobre su boca— ¿Amas que papi te folle?
   
El menor asintió errático.
   
—Amo que papi me folle —respondió con los ojos brillosos— amo que me coja tan duro y me vuelva su puta, y amo que te corras dentro de mi —lo besó una vez más— por favor correte dentro de mi, quiero que me llenes con tu corrida.
   
Yeonjun perdió la cabeza con eso último. Tapó la boca de Beomgyu y dió un par de embestidas más hasta eyacular en el fondo de su agujero. Su cuerpo se tensó y tiritó mientras su esencia salía.
   
El menor lo siguió, gritó amortiguado por la mano de Yeonjun y eyaculó entre sus torsos juntos. Tembló por unos segundos que parecieron eternos y Yeonjun por fin quitó su mano para dejarlo respirar.
   
Beomgyu se sentía en algún tipo de trance donde solo existía el pene de Yeonjun, la corrida de Yeonjun, y el cuerpo de Yeonjun rodeándolo.
   
El mayor lo admiro en su intento de recuperar la conciencia, pero también se distrajo por el éxtasis del orgasmo. Hace tiempo que no follaban así.
   
Se balanceó dentro y fuera de Beomgyu con su polla blanda, solo probando cómo se sentía el interior de Beomgyu lleno de su semen. Y la verdad le resultó excitante.
   
El menor gimió por la sobre estipulación.
   
—Yah, Junnie —suplicó sujetándose de sus fuertes hombros y mirando hacia abajo en donde seguían unidos.
   
—Si me retiro se va a salir todo mi semen —bromeó sintiendo los muslos de Beomgyu tiritar mientras bombeaba.
   
—Yeonjun n-no puedo más, salte.
   
—Me gusta esto —murmuró cerca de su oreja— cada vez que me corro dentro de ti siento mi lado posesivo tan contento.
   
—Ah, Junnie.
   
—Tu agujero aprieta y ordeña mi polla —siguió diciendo— una puta codiciosa que quiere todo mi semen.
   
Beomgyu no podía ponerse más rojo, sentía sus mejillas hormiguear.

—¡Yeonjun!
   
—Lo siento, me dejo llevar —se disculpó por fin sacando su pene— Wou, esto es tan sexy.
   
La entrada de Beomgyu palpitaba, contrayéndose mientras el liquido blanco y espeso salia a borbotones. Un hermoso creampie a ojos del mayor.
   
—Te corriste mucho —Beomgyu respiró profundamente cerrando los ojos y concentrándose en la sensación— Demasiado.
   
—¿Se siente bien?
   
—Sí.
   
—En serio precioso —sonrió— si fueras mujer estarías preñada de trillizos.
   
—Yah.
   
Yeonjun se rió y lo besó corto y dulce.
   
—La próxima vez me correré en tu boca y vas a tragartelo todo.
   
—Sí, papi —respondió en automático.
   
—Ahora hay que limpiarnos.
   
Beomgyu se quejó desparramándose de lado en la cama.
   
—No quiero, quiero dormir.
   
—Está bien bebé —suspiró— mantente despierto mientras yo lo hago.
   
—Ujú —murmuró antes de quedarse dormido.
   
Yeonjun sabía que era su culpa.

Había creado a un chico mimoso y malcriado, pero totalmente lo amaba.

Había creado a un chico mimoso y malcriado, pero totalmente lo amaba

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Me tardé un poquito editando pero aquí está >.<

Últimamente estoy practicando el Smut, pero aún así sigue sin convencerme del todo. So, ¿eso significa que tendrán más de mis intentos en el futuro? Maybe~

¡Mañana tendrán el extra para dar esto por terminado! <3

Prisión | yeongyu.Where stories live. Discover now