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Beomgyu revisó la nevera y comprobó que faltaba refresco, cervezas y pizzas congeladas. Siempre era lo primero en agotarse así que debía reponerlos cada tres o cuatro días.

Los chicos llegarían en un par de horas, hambrientos y agotados. Llevaban semanas frecuentando un centro comercial; averiguando los horarios, salidas y los turnos de cada guardia y trabajador. Estarían ejecutando un atraco pronto, por lo que se tomaban su tiempo haciendo un plan perfecto.
   
Ya el menor no se quejaba de ser excluido en esas salidas, despues de haber pisado la cárcel las persecuciones perdieron el encanto. Así que se quedó en casa haciendo las tareas más banales que en realidad le traían paz y felicidad.
   
Porque ninguno de ellos sabía usar la cocina, ni los productos de limpieza, ni sabían cómo reparar el conducto del agua o la electricidad. En efecto, sus tareas eran importantes y ellos valoraban de corazón que él estuviera apoyandolos. O más bien, era un complemento perfecto.
   
Fuera cuál fuera el caso, Beomgyu debía comprar la despensa, e ir al convini significaba solo una cosa.
   
Usar un mono ajustado a la cadera y un suéter de top. Amaba esos conjuntos de los 00'. Y el conbrador del convini también.
   
Es cierto que Yeonjun no aprobaba que coqueteara con ese chico, porque sabía cuáles eran las intenciones del otro. Pero Beomgyu no vivía para obedecer siempre a Yeonjun. Al menos no fuera de la cama.
   
Solo se divertiría un poco, jamás iría demasiado lejos con nadie porque todo su interés se centraba en su tatuado y sexy novio.
   
Luego de arreglarse le tomó un par de minutos salir de casa. El sistema de seguridad era un poco fastidioso cuando nadie estaba tratando de entrar. Cosa que nunca pasó en los años que llevaban viviendo allí.
   
En el garaje habían cinco motos. Una para cada uno, además de la camioneta que en ese momento estaban ocupando.
   
La de Yeonjun era negra, la de Soobin plateada, la de Kai violeta, la de Taehyun roja, y la de Beomgyu era rosa, como no iba a ser de otra manera.
   
Se colocó el casco y salió con el motor rugiendo.
   
Cada vez que la conducia Beomgyu agradecía al universo por la vida que tenía. Que no era del todo honesta, pero era perfecta para él.
   
Bajó la velocidad para no llamar la atención de ningún policía y llegó al convini en menos de díez minutos. La aparcó afuera y se quitó el casco. Ya desde ese momento podía ver a travez del cristal que Hyunjin, el chico de turno, lo miraba espectante.
   
Seguramente ya reconocía el sonido de su moto.
   
El castaño entró a la tienda apoyando el casco en su cadera. Le echó una simple mirada al rubio de cabello largo y se metió entre los pasillos.
   
Desde el ángulo de Hyunjin se veían todos los anaqueles, con lo cuál no le quitaría la mirada a Beomgyu hasta que se fuera.
   
En especial no dejaría de mirar cómo su culo redondo, su estrecha cintura y su tatuaje se veían tan bien complementados en ese conjunto deportivo.
   
Beomgyu fingió no darse cuenta como siempre, entretenido jugando con el control del otro moviendo sus caderas sugerente.
   
Buscó una cesta y colocó las cervezas, dos cajas de pizza, snacks y algunos refrescos. Y jugo de uvas, muy importante porque Hueningkai se volvería un niño malcriado si no había para la cena.
   
Con todo eso y una sonrisa satisfecha caminó hacia la caja.
   
No, esta vez no iba a robar nada. Por el simple hecho de que llevaba demasiadas cosas y era poco práctico. Su tarjeta tenía suficiente dinero para comprar otra moto y por lo menos mil cajas de esas pizzas.
   
Cortesía de Yeonjun que cada semana le sacaba dinero a cualquier cajero que se le atravesara.
   
—Hola —saludó cordialmente colocando la cesta sobre el mostrador.
   
Hyunjin tomó una posición disimulada, pero la verdad es que no le estaba saliendo bien actuar como si no se lo hubiera estado comiendo con los ojos.
   
—Hola, chico lindo —respondió sonriendo.
   
Lo cierto es que el rubio era muy atractivo, alto y de facciones hermosas
   
Sí Beomgyu no estuviera enamorado de Yeonjun, ya se abría comido a Hyunjin. O más bien al contrario, pero él respetaba su relación monógama.

Prisión | yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora