Laura Guzmán no era una chica muy afortunada, se podría decir. Siendo la hija del medio en una familia grande al sur de América, con pocas posibilidades en la alta sociedad gracias a su mala situación económica y sin amigos, además de sus hermanos...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Capítulo 34: ¿puedes abrazarme?
╚═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╝
Esa noche soñó con él.
Soñó que estaban en Hogwarts, conversando sobre algo que no recordaba, y que de pronto Sirius la había agarrado por la mano para que caminaran juntos hacia los jardines. Cuando llegaron afuera, se había desvanecido el castillo y en cambio se encontraban en un campo que ella conocía bien. Volteó hacia atrás y ahí estaba su casa. Devolvió la mirada hacia Sirius, quien la miraba de una forma que hizo que su corazón se acelerara. Miró sus manos entrelazadas, y luego esos ojos grises. Ahí despertó.
Luego de ese sueño, Laura se quedó reflexionando en la cama, mirando el techo de la habitación de Lily. Pensando en que Sirius se veía realmente atractivo.
Recordó el beso.
Y así se quedó durante una hora completa, confundida por no saber por qué no podía sacar de su cabeza al chico.
(...)
Regulus estaba leyendo un libro, ignorando los gritos afuera. Estaba acostumbrado a escuchar a su madre gritándole a Sirius, pero había algo en estos gritos que lo hacían desconcentrarse mucho. Cerró el libro, frustrado, y se sobresaltó cuando escuchó el sonido de la puerta de su hermano cerrarse con violencia.
Esperó un momento y finalmente se levantó y abrió la puerta de Sirius. Cuando lo vio, se quedó paralizado.
—Tu cabello... —susurró, mirándolo con los ojos de par en par.
Sirius estaba llorando mientras empacaba sus cosas del colegio y ropa. Tenía gran parte del cabello, casi la mitad, cortado de forma violenta. Miró a su hermano menor, las lágrimas rodando por sus mejillas. Las discusiones con su madre nunca habían llegado a tal nivel.
—Me voy, Regulus. No puedo seguir viviendo en esta casa llena de clasismo y sin amor. No aguanto más.
Regulus negó con la cabeza, desesperado.
—No, Sirius, no me abandones por favor...
Sirius cerró los ojos, botando más lágrimas. Regulus nunca había visto a su hermano tan vulnerable.
—Vámonos juntos, Reggie. No tendremos que ser más infelices. Huye conmigo.
Regulus lo miró paralizado.
—No puedo hacer eso —susurró, pensando en sus padres—. Quédate.
Sirius negó con la cabeza.
—Sabes que no lo haré.
—¿Ni porque te lo pida yo?
Ambos hermanos se miraron en silencio. Sirius deseó con todas sus fuerzas poder paralizar el momento, deseó que el dolor que tenía en su pecho en ese instante se disipara. Tenía la sensación de que perdía a su hermano para siempre.
