CAPÍTULO 33

23.3K 1.9K 411
                                    

ALYA.

Suspiro hondo acariciando mi vientre descubierto con la yema de mis dedos, el anillo con la pequeña piedra brillante hace contraste en mi mano. Mi pancita se ve tan redonda el día de hoy, que incluso debido a lo cansada que me encontraba dormí toda la mañana y parte de la tarde. No solo era el cansancio sino el poco apetito con el que amanecí.

Hubiera pospuesto ir a visitar a mi mamá sino fuera porque Horns debía volver al infierno por órdenes de Häel. No quería quitarle tiempo valioso y mucho menos que el demonio se enojara con el pequeño por mi culpa.

—¿No vas a comer Alya?

Dejo de revolver los pedazos de carne con el tenedor, he comido solo un poco y ni el tocino se me antojan.

—No tengo mucha hambre, Lyna.

El entrecejo de la viejecilla se frunce con preocupación, es difícil de creer que no tenga hambre, porque siempre era la primera en terminar de comer. Pero el día de hoy las náuseas abordaron mi mañana, dejándome tendida en la cama después de devolver todo lo que había ingerido un día antes.

—Ni el jugo de arándano tocaste.

Sonrío débilmente antes de levantarme de la mesa.

—Te juro que esta delicioso todo, pero hoy no es un buen día para estar embarazada. —acomodo la silla con una mueca en la boca, la bruja mayor niega mirándome—. Debo ir a ver a mi madre, no quiero que piense que me he olvidado de ella. Tal vez y estoy nerviosa, no sé cómo reaccione al verme con mi pancita.

Coloco una mano en ese lugar, el estómago revuelto me da dolor de cabeza. Si no hubiera dormido toda la mañana y tarde a esta ahora ya habría regresado a descansar.

—Yo creo que tu madre entendería si no vas a verla hoy.

—Tengo que ir, no quiero quitarle más tiempo a Horns.

—Mi niña, si no te sientes bien de salud es mejor que te quedes aquí. —acomoda un mechón de cabello detrás de mí oreja, niego.

—Solo son las náuseas, puedo sobrevivir. Le diré a mi mamá que me preparé mi comida favorita cuando llegue. —sonrío con nostalgia al recordarla.

La mueca indecisa de Lyna la entiendo, no está segura con dejarme ir. Pero no debería de preocuparse.

—Te dejaré ir con una condición. —me señala con su dedo, sonrío levemente.

—¿Cuál?

—Les haré un portal para que aparezcan justo frente a tu casa y no tengan que caminar tanto, aparte vas a llevarte un puño de arándanos secos con chocolate. —hago una mueca por eso último—. Y un pedazo de carne.

—Se me va revolver el estómago.

—Tienes que comer, Alya. Aunque sea un poco, no te dejaré ir sin comer.

Suspiro hondo, pensándolo un poco, aunque no tengo opción. El problema es: no sé qué tanto aguante tenga mi estómago. Rean ha estado renuente el día de hoy con la comida y no quiero arriesgarme.

—Está bien. —acepto resignada.

Su sonrisa maternal se deja ver encaminándose hasta la cocina donde seguramente empaque la comida, decido sentarme de nuevo cuando siento una patadita, acaricio todo mi estómago abultado mirando a la nada. El nerviosismo recorre mi cuerpo, no puedo creer que han pasado casi cuatro meses de no ver a mi madre, desde el incidente con los dementes de la iglesia.

De solo recordarlo me dan escalofríos, aún no puedo creer como algunas personas pueden estar tan locas para cometer algo tan atroz con un ser que ni siquiera puede defenderse. Estoy consciente que la mayoría de las iglesias no son tan puras como las pintan, cosas inhumanas suceden dentro; y no culpo al altísimo, cada quien es dueño de sus actos, aquellos desalmados se merecen todo lo que les sucedió, desde su muerte hasta su tortura eterna en el infierno.

HÄEL  ↯Where stories live. Discover now