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El doctor se deshace del termómetro cuando este comienza a emitir ruido. Lo mira frunciendo sus cejas.

— Es un resfriado común, pero debería permanecer en la cama ya que tiene fiebre —asiento— En unos días estará como nueva.

— Gracias, doctor —hace una reverencia mientras seguía a una de las doncellas hacia la salida.

Agarro mi teléfono que estaba en la cama y lo llevo a mi oreja. Había tenido que dejar a mis padres a la espera mientras el doctor tomaba mi temperatura.

— Siento mucho que nos hayamos tenido que ir así, cielo —escucho la voz de mi madre— ¿Te encuentras mejor?

— Tengo fiebre y solo me duele la cabeza —estornudo.

— Te dije que te tomaras el trabajo con calma —se escucha la voz de mi padre tras ella.

— ¡Es una adicta al trabajo como tú, Byeol! —mi madre le regaña— ¿Qué le estás enseñando a mi hija?

— No es mi culpa que siempre tenga las ventanas abiertas, incluso cuando nieva —se defiende mi padre echándome toda la culpa.

— Eso es verdad, _________ —ahora me reñía a mí— Tienes que ser más responsable con tu salud —ruedo los ojos levantándome de la cama— ¡Quédate en la cama y no te muevas de ahí hasta que lleguemos en dos días!

— Sí, mamá... —tomo asiento frente a la mesa repleta de trabajo mientras me cubría con una manta— Me quedaré en la cama —agarro un documento para mirarlo.

— Tienes que comer sopa, y también tomar la medicina.

— Mamá, soy una adulta, puedo cuidarme sola —paso mi mano por mi pelo.

— Eres un proyecto de adulta, aún necesitas a tu madre para sobrevivir —sonrío.

— Cielo, deja a la niña en paz —habla mi padre— Solo es un resfriado, la gente no muere por eso.

— Cállate, Byeol —dice con frustración— Llámame cada hora y...

— Mamá, creo que se corta.

— ¿_________? ¿Me escuchas?

— Mamá... no oigo... nada —cuelgo la llamada para pasar mis manos por mi rostro— Que frustración —me quejo.

De nuevo volvía a tener un resfriado. Mi tolerancia al frío no era la mejor, y ahora venía con fiebre incluida. Se suponía que no debía trabajar, pero era aburrido quedarme en la cama todo el día.

Tampoco podía llamar a Jungkook para que viniera. Hoy él había sido invitado a un evento de herederos, al cuál yo no había sido invitada. Recuerdo que hace años fui como la novia de Dongyul, y que Jungkook se mantenía muy cercano al hombre anciano que le dejó su fortuna.

Tal vez si no podía quedarse con la fortuna de su padre, podría quedarse con la de ese hombre.

Sabía que si le decía que estaba enferma no dudaría en venir y faltaría a ese evento por voluntad propia. Él tenía que hacer contactos y hablar con el dueño de la mayor fortuna del país, necesitaba que al menos eso saliera bien para él.

Agarro un pañuelo para sonar mi nariz, ya dolía de hacerlo tantas veces. Mi cabeza dolía a rabiar por la fiebre. Tal vez debería dormir un rato, pero ver aquella montaña de trabajo no me dejaría cerrar los ojos.

Llevo mis ojos hacia la puerta cuando se abre con fuerza. Abro mucho mis ojos al ver a Jungkook allí con una mueca preocupada. Se acerca a toda velocidad hasta quedar sentado a mi lado.

— ¿Te encuentras bien? —lleva sus manos a mis mejillas y luego a mi frente— Tienes fiebre.

— ¿Q-Qué...?

Elastic Heart  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora